LOS BUSCADORES

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Habían pasado dos semanas desde que fue despedido el duelo en el cementerio local por el presidente de la cooperativa. Los familiares una vez enterrados sus muertos se armaron de machetes, en algunos casos de escopetas y se fueron hacia el gran picacho, pero se encontraron con varios anillos de hombres vestidos de militares con insignias de tropas especiales, no quedaba un metro de terreno sin registrar el intrincado monte, parecía ahora una trocha, tenía cientos de caminos en su interior, los hombres dejados por el helicóptero vinieron peinando de la cima hacia la base, los de abajo junto con la población lo hicieron a la inversa, pero nada, habían pasado dos semanas   y nada, sólo existían en el picacho tres cuevas sin comunicaciones ni otra salida, las que fueron registradas palmo a palmo. Así día tras días pasaron las semanas, los meses, por fin el ejército y la policía fueron retirados, el extraño ser no apareció, fue entonces cuando comenzó el trabajo de inteligencia, pues se creyó podía ser un disfraz, pero todos eran conjeturas, cinco personas dormían en sus tumbas y su asesino se lo había tragado la tierra.
A los tres meses del hecho, sólo quedaban los familiares empeñados en la búsqueda, pero también ellos sólo soportaron dos meses más, así que llegó diciembre con sus bellas noches de luna y sus frías madrugadas, pero los moradores del Valle no tenían ánimo para sus maravillosas noches, para oler el perfume de sus lirios admirar sus frías nieblas, sobre las campanillas blancas, amarillas y azules, donde un ejército de abejas laboraba. El valle aún lloraba a sus muertos, a la hora del café el Valle aún lloraba a sus muertos, a la hora de recoger la cosecha, las miradas húmedas subían al picacho como si éste fuera el culpable de sus penas y sufrimientos. Las madres sollozaban ante el fogón, enjugando las lágrimas en el delantal, los hombres, daban con rabia contenida el golpe sonoro del hacha sobre el seco tronco caído, los hechos no habían quedado en el olvido, vivían cada día más, pero ya nadie transitaba de noche por las veredas del Valle, ya nadie se visitaba después que oscurecía, como tampoco nadie esperaba la tarde en el campo. Los jíbaros podían entrar en los bateyes y apoderarse de sus presas ya que nadie salía   para ahuyentarlos. No era solamente miedo al extraño ser ya era otra cosa, se habían tejido en torno a el varias leyendas, como por ejemplo las que contaban los propios buscadores que hablaban de haber visto al extraño ser entre las malezas, perdiéndose ante ellos en un lugar limpio que se hacia transparente y desaparecía, así algunos de los familiares de las víctimas se marcharon de aquel lugar, entre ellos la novia, la zona cercana al picacho quedó desolada por completo, tanto que debido a esto  los jíbaros y otros animales comenzaron a incursionar en el centro del lugar, cosa esta que nunca había ocurrido ya  nadie se dedicó a buscar un ser de esta  naturaleza  y por tanto la vida en el poblado se hizo de prisa hasta las seis de la tarde ya nadie se visitaba y los amigos se saludaban apurados no había tragos ni dóminos no había beisbol ni carreras de cintas era un sitio sumido en el espanto. Llegada la noche todas las casas estaban cerradas y los moradores sumidos en el silencio

La Criatura del ValleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora