La Criatura del Valle

FIN DE AÑO

Lito caminaba junto a su prometida Laura Mondeja, una ingeniera agrónoma que tenía la particularidad de haber incrementado en la zona el cultivo del garbanzo, uno de los granos mejor cosechado en los últimos tiempos.
Era Laura una mujer de una excelente formación, tanto académica como en el seno familiar, tenía un rostro de facciones delicadas pero enérgicas, era por así decirlo una flor de campo, pero que sabía ocupar su sitio ante cualquier circunstancia, formaban ella y Lito una excelente pareja. La noche los había sorprendido en el círculo social y regresaban juntos a la casa de Lito, donde lo esperaba el lechón asado, el arroz congrí oriental con viandas y ensaladas, Lito sabía como Emilio preparaba todo aquello y la vieja Lucila se esmeraba en preparar dulces caseros, pero el joven no pensaba en la suculenta cena, miraba en la oscuridad los ojos negros de Laura, ambos se habían detenido muy ceca ya de la casa, él giró sobre sí para rodearle la cintura con sus fuertes manos, se inclinó para besarla y un fulgor que brotó en la oscuridad de la noche le hizo levantar la cabeza, sí, no había dudas, la cima del picacho estaba encendida. Una gran llama se elevaba al cielo, Laura atraída por la actitud de Lito se volvió para emitir un pequeño grito, ambos caminaron de prisa hacia la casona, en el patio de la misma,  Emilio,  su prometida Violeta Oquendo y Mercedes la novia de Samuel que con el brazo derecho le rodeaba  los hombros a su mamá Lucila y con el izquierdo a la Joven acompañaban a otra persona entre ellos, se trataba de Eleuterio Frederich, un hombre que había llegado al Valle hacía algún tiempo y se había establecido en un pequeño bohío al final mismo del llano donde comenzaban las mesetas, pero al lado opuesto al picacho, es decir, al Oeste .
Todos miraban las llamas elevarse en la oscuridad de la noche, estuvieron mirándola por espacio de media hora, hasta que Lucila como buena anfitriona les dijo:
-- Bueno, dejemos los misterios de la vida, vamos a comer que se pone hecho una goma el asado; todos se dirigieron hacia el comedor de la casona y entre tragos, rizas y asados celebraban su fiesta de fin de año, pero mientras conozcamos a Eleuterio: este hombre, un sujeto bastante alto, diríace un gigantón de seis pies y medio, tenía músculos como los de un levantador de pesas, piel blanca con pecas, labios ligeramente gruesos de nariz achatada, ojos muy azules y un pelo crespo, siendo éste el detalle que más llamaba la atención, pues tenía el pelo de un rojo tan natural que lo hacía llamativo, este detalle le pareció a la gente del Valle tan peculiar e inusual que le apodaron ¨Vijol¨, así lo llamaban cuando no estaba presente. Resultó ser Eleuterio un hombre de gran ingenio, no se le conocía profesión alguna, sin embargo, era un ingeniero de las necesidades, hacía toda una suerte de oficios y sacaba de problemas a muchos, arreglaba toda clase  de equipos, soldaba e innovaba, pero pese a todo esto, los campesinos nunca miran con buenos ojos a los forasteros, rápidamente se pusieron en guardia a la llegada del extraño, aunque los años habían pasado y el bohío se había convertido en una casona, aún así no gozaba de tener muchas amistades, todo lo contrario, se decía que era solterón por tacaño, otros que no le gustaban las mujeres por haber tenido problemas anteriores, otros con una manta de misterios decían que era de una sexta religiosa, más no decían delante de él nada, ni bueno , ni malo; aún con todo esto, cuando a Eleuterio sele ocurrió llevar el agua a todas las casas , hacer el club social, crear el grupo musical entre otras actividades de beneficio comunitario, le apoyaron en todo y le ayudaron, pero sí usted le pregunta: ¿Cuántos amigos ganó con todo eso?,  le respondería: yo aquí no tengo a nadie, soy solo, mientras la vieja Lucila levantando un vaso con café en vez de vino como los demás, dijo: Feliz año nuevo, hijos míos, pero no se escuchó como antes las risas, campanadas y disparos en saludo al nuevo año.