Ⅷ.Una carta inesperada

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VIII.Una carta inesperada

En el manto protector de la noche, Jane Wharton deambulaba por las calles empedradas de Londres, un espectro solitario en un mundo que parecía haberse sumido en un profundo sueño

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En el manto protector de la noche, Jane Wharton deambulaba por las calles empedradas de Londres, un espectro solitario en un mundo que parecía haberse sumido en un profundo sueño. La oscuridad la envolvía, una metáfora tangible de las sombras que oscurecían su corazón, sombras nacidas de la respuesta no dada por Eloise, que carcomían su ser con la tenacidad de una enfermedad incurable. Cada paso resonaba en el silencio, un eco de sus propias dudas y tormentos.

Al pasar cerca de un conocido club de caballeros, un refugio de luces tenues y conversaciones sofocadas, las voces de los hermanos Bridgerton le llegaron como una brisa inesperada en la quietud de la noche. Deteniéndose, atraída por la familiaridad de esos tonos, se encontró escuchando, inadvertida pero cautiva.

Era Benedict quien hablaba, su voz impregnada de una emoción que trascendía el simple recitar de versos. Estaba ofreciendo un poema a Anthony, un regalo de palabras para ser entregado a una señorita. A medida que las líneas del poema se desvelaban en el aire, el corazón de Jane se estrujó bajo un peso inesperado. Las palabras de Benedict, bellas y trágicas, hablaban de ella, de su esencia capturada en metáforas y ritmos.

Ahí, en la oscuridad, escuchando a Benedict expresar sentimientos tan profundos y complejos, Jane se enfrentaba a una encrucijada del alma. Benedict le ofrecía un mundo de amor, familia y estabilidad, todo lo que cualquier dama podría desear en la superficie tempestuosa de la sociedad londinense. Un amigo, un confidente, alguien que le ofrecía su corazón sin reservas, prometiendo un refugio contra las tormentas del mundo.

Pero ¿cómo podía aceptar tal oferta cuando su propio corazón estaba anclado en otro lugar, ligado a Eloise Bridgerton de una manera que desafiaba la lógica y la razón? Eloise, con sus dudas y su silencio, ocupaba un espacio en su alma que ningún otro podría llenar, incluso cuando ese espacio estaba lleno de incertidumbres y quizás de un amor no correspondido.

Jane se encontraba en el umbral de un futuro que podría ser luminoso en su convencionalidad, pero oscuro en su verdad interna. Elegir a Benedict significaría renunciar a una parte de sí misma, a ese amor que, aunque no plenamente reconocido, era tan real como la noche que la rodeaba. Pero, ¿cómo negarse a la posibilidad de una felicidad compartida, a la promesa de un amor que estaba dispuesto a darle todo?

Mientras las voces de los hermanos Bridgerton se desvanecían, mezclándose con los sonidos nocturnos de Londres, Jane reanudó su caminata, cada paso un reflejo de su conflicto interno. La elección entre el amor ofrecido por Benedict y el amor silencioso por Eloise era más que una decisión; era una revelación del alma, un testimonio de quién era ella verdaderamente y de lo que estaba dispuesta a sacrificar en busca de la felicidad.

La noche continuó su avance, indiferente a las tormentas humanas, y Jane, perdida en sus pensamientos, se convirtió en una sombra más en las oscuras calles de Londres, una sombra buscando luz en la complejidad de sus propios sentimientos.

Eloise BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora