Atípico [Matienzo]

Capítulo 10 - Pasado, pisado

Enzo lloraba ante la eterna ovación del público. Todos se habían dejado la piel haciendo la película y aunque sabía que se merecía el aplauso que no parecía acabar, se sentía completamente emocionado, sobrepasado. Sus emociones estaban a flor de piel.

Matías también lloraba a su lado, más disimuladamente, así como muchos otros miembros del cast. No era típico de un alfa llorar en público, pero Matías nunca había sido muy típico. Ni él ni su pareja cumplían con los estereotipos de género que les habían impuesto.

La mano del alfa nunca se movió de su cintura, sosteniéndolo en todo momento.

***

La alianza de Enzo a juego con la de Matías no pasó desapercibida para ninguno de los miembros del cast en la cena posterior que habían acordado celebrar.

—¿Se van a casar? —le preguntó Fran, hablando a solas con Enzo, todo sonrisas y lágrimas.

—Sí —contestó Enzo, mirando su alianza brillando en su dedo— Hace dos meses que me lo pidió. Queríamos casarnos una vez pasado el estreno y la promoción de la película, algo más íntimo.

—¿Íntimo? Enzo, vos vas a ser el hombre del momento —rió Fran— No sos consciente de tu propio atractivo, amigo.

—Pero ...

—Mañana se hablará de vos en todos los medios, Enzito —sentenció el otro omega, divertido— Y por supuesto también del alfa que no se despega de vos y que te colocó un anillo a juego con el suyo. Y una mordida de reclamo en tu cuello. Matu no pierde el tiempo, eh.

Enzo se sonrojó ligeramente, Fran tenía razón, no habían sido conscientes del revuelo que podían ocasionar, pero en el fondo tampoco le importaba, le gritaría al mundo que Matías era suyo y que él era de Matías si era necesario.

Fran lo atrapó en un estrecho abrazo, que seguramente se habría visto mal si ambos no fuesen omegas. Otra cosa que tampoco le importaba.

—Me da mucho gusto por vos, Enzo. Te mereces esto, Mati te adora.

No vio venir la siguiente pregunta del omega, ni los recuerdos traumáticos que desencadenaría.

—¿Cuándo van a tener cachorritos?

***

Matías notaba a su omega más pensativo que de costumbre y en su vínculo podía percibir tristeza e intranquilidad. Enzo había vuelto en un estado algo confuso de su conversación privada con Fran, pero no le preguntó hasta que no estuvieron a solas en la comodidad de su habitación privada.

—Chiquito, ¿qué sucede? 

El omega sonrió ante el apodo cariñoso, pero sentía la ansiedad aún presente en él. Rápidamente se acercó a él y lo abrazó, dándole más confort.

—¿Sabes que podés contarme todo, verdad?

—Hay algo que no te he contado nunca y que no sé ni cómo contarte —dijo de repente su omega, oliendo a ansiedad y a tristeza. 

—Eu, no, Enzo, amor —Matías lo acunó más fuerte, empezando a preocuparse de verdad— Si no estás listo está bien. 

—Debes saberlo, Matu... Sólo no es agradable de recordar.

Matías le acarició la mejilla, esperando a que el omega hablase. Nunca esperó lo que salió de la boca de Enzo.

—Perdí a mi primer cachorro.