Capítulo 14 - Un secreto a voces

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Enzo estaba gestando y Matías no podía estar más feliz. Habían acordado no decirlo hasta que la curva de su vientre fuese evidente o hasta que se diesen cuenta por su olor, por lo que pudiese pasar. Enzo ya había vivido el duelo de perder un cachorro una vez y no quería pasar por lo mismo de nuevo.

Su omega estaba actuando en esos momentos en una obra de teatro, siendo especialmente cuidadoso en no recibir golpes en su vientre. Había estado algo más sensible los últimamente, llegando a meterse tanto en su papel en la obra que acababa llorando todos los días entre sus brazos. Pero no le importaba, estaría para él y lo cuidaría tal y como prometió en ese altar, siempre.

Matías, por otra parte, se había vuelto más protector e incluso territorial con él. Siempre había sido muy físico con su compañero, pero lo era mucho más desde que estaba embarazado, tocándolo constantemente y llegando a sentirse molesto cuando otros alfas se acercaban mucho a él. Siempre tenía una mano en la parte baja de su espalda, su brazo en su cintura o su mano agarrando la suya. No se cansaba de tocarlo, de todas las maneras.

Pero Enzo también estaba sensible para lo bueno. Sonrió recordando todas las veces que lo había tenido la última semana, su omega desesperado y caliente, rogándole más. Si iba a ser así los nueve meses, definitivamente no se estaba quejando.

Oyó la cerradura abrirse y el aroma a miel y manzanas llenando la casa, con ese tinte más dulce por el embarazo y sonrió, estaba seguro de que con cara de estúpido. Pero estaba enamorado de su omega y no dejaría de demostrárselo ni un sólo segundo.

-¡Matías! -Enzo olía todo a felicidad cuando llegó medio corriendo a donde estaba él y tenía una carta en las manos, vibraba de emoción- ¡Matu, Fran y Esteban se casan!

Matías abrazó a su omega y lo besó para saludarlo.

-Que envidiosos -dijo divertido.

-Fran dice que quiere que seamos sus padrinos.

Matías asintió, observando como los ojos de su omega brillaban.

-Claro que lo seremos, amor.

Era lo justo, ellos habían sido los padrinos de su boda secreta.

-Estoy tan feliz por ellos.

Enzo rodeó su cuello con sus brazos y su abrazo se estrechó. Matías acarició la espalda de su omega con adoración, a veces aún no se creía que realmente había tenido la suerte de conocerlo y casarse con él, y que dentro suyo crecía su primer cachorro.

Besó la frente de Enzo y continuó la conversación.

-¿Cuándo es la boda?

-En tres meses -contestó Enzo, oliendo a ilusión.

-Vas a estar de cuatro meses entonces-murmuró, volviendo a besarlo. Estaba más que pegajoso con él desde que estaba en estado- ¿Crees que se notará ya?

Enzo lo miró ligeramente sonrojado.

-No lo sé, creo que sí -la mano del omega se situó en su vientre y Matías extendió la suya para colocarla encima también- Creo que me gustaría que se notase.

-Pronto, amor -prometió, y se encontró con Enzo a medio camino para un beso.

Los labios del omega eran tan suaves y pecaminosos como siempre y nunca podía tener suficiente de ellos. Lo apretó más contra su cuerpo, sintiendo el amor y el deseo fluir en su vínculo compartido y Enzo gimió en su boca.

-Matu, por favor...

Enzo nunca tuvo que pedirle las cosas más de una vez, y menos si el resultado de la petición iba a traerles placer a ambos. Cuanto más sexo tenía con Enzo más estaba seguro de que nunca dejaría de desear más y más de él.

Atípico [Matienzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora