Ella construyo un muro alto que cupido necesitara binoculares para poder flecharla. No le interesan los enredos amorosos, asegura que el romance es como intentar ponerle calcetines a un pulpo; complicado. En sus planes no esta atarse, con tener una...
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Óscar
¿Qué diablos me está pasando? ¿Desde cuándo discuto con una mujer? Aunque para mí fue más una conversación y muy divertida. Ver ese hermoso y sensual rostro molesto fue lo mejor. Pero pienso que ella es rara. Yo fui todo un caballero y al parecer no le gustó. ¿Por qué no le gustó? ¡Oh, claro! Es que la llamé loca y creo que eso no fue tan caballeroso de mi parte.
Cómo desearía volverla a ver, poder sentir esas magníficas curvas entre mis manos y morder cada centímetro de su piel. Demostrarle qué tan hombre soy y no un niño como me insinuó, hacerla derretir de placer. Fui un idiota. Tenía que pedirle el número, pero no, aquí el inmaduro se pone a pelear con ella. Pero las esperanzas es lo único que no se pierde. Estoy seguro de que la volveré a ver. Si la vi dos veces hoy, sé que la encontraré otra vez y no desperdiciaré ni un minuto para tenerla en mi cama. Bueno, en la del hotel. En mi habitación solo entro yo.
—Señor, ¿no piensa pagar? —la voz de alguien me saca de mis pensamientos. Miro y es el cajero que me mira mal. —¿Desea algo más? —cuestiona con enojo.
—Eso es todo. Gracias. —digo con seriedad. Pago las botellas de alcohol que compré y salgo.
Es un idiota. Si no es porque voy rápido, le diría su par de verdades. Mientras manejo a mi apartamento, porque decidí tomarme el resto del día libre, mi mente divaga a la sensual rubia, algo que provoca que mi miembro se endurezca. En mal momento me vengo a poner duro. Sigo manejando, tratando de pensar en otra cosa y no en el sensual culo de ella o en sus senos que no son grandes, pero para mí son perfectos.
Creo que esos pensamientos no ayudan en nada. Mi miembro ya me molesta en los pantalones, grita por salir de su prisión. Pero aún falta para llegar. Aprieto mi miembro para calmar las palpitaciones, pero no funciona. Mierda, no aguanto. Decido arriesgarme y me estaciono. Desabrocho mi pantalón y libero mi dura verga. Suspiro aliviado al sentirlo fuera.
Lentamente y con los ojos cerrados, empiezo a masturbarme. Me imagino a esa chica devorando mi miembro, lamiéndome, succionándome como toda una diosa, sus ojos azules viéndome con intensidad. Esa carita tan angelical que tiene me la imagino bañada de mi semen, uf, qué delicia, hermosa se vería.
Aumento el ritmo apretando con firmeza y cuando menos lo espero, estallo en un intenso orgasmo, ensuciando todo a mi paso, pero sintiendo un alivio increíble. Aun con los ojos cerrados tratando de regularizar mi respiración, se me dibuja una sonrisa. Dos corridas pensando en una sola mujer, en un mismo día y sin saber ni siquiera su nombre, fue maravilloso.
Abro los ojos dándome cuenta del desastre que hice. Mi corrida fue bastante abundante, se ensució todo el volante. Si sigo así, quedaré seco, pero valió la pena. Cuando limpio todo, sigo mi recorrido con una enorme sonrisa y con la mente llena de imaginaciones perversas y muy morbosas, unas peores que otras. Es algo que no puedo evitar, me encanta el sexo.