💖Capitulo 9 - Debo resistir a esta calentura.💖

102 9 0
                                    

Tatiana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tatiana

Él me lanza esa mirada coqueta que lo hace tan único. «Tati, por favor, sé fuerte, no dejes que tu vagina te domine, solo la mente puede hacerlo». Trato de contener la risa ante ese pensamiento tan morboso, la verdad es que no estoy del todo bien, mi mente siempre me traiciona. Dejo a un lado los pensamientos calientes y lo miro molesta.

—¿Qué te hace pensar que estoy interesada en alguien como tú? —le respondo con desdén, aunque por dentro me estoy riendo y pensando todo lo contrario.

Observo a mi alrededor y veo a varios curiosos mirándonos. Vuelvo mi atención hacia él, parece que este idiota egocéntrico, al igual que yo, disfruta del espectáculo que estamos dando.

—¿Alguien como yo? ¿A qué te refieres, muñeca? —pregunta, con una sonrisa traviesa. —Estoy seguro de que estás deseando que alguien como yo te lleve a casa y te coja tan duro que ni siquiera puedas caminar.

Lo último que dijo no suena tan mal, no lo voy a negar, pero no se lo voy a decir.

—No tengo tiempo para juegos, niño rubio. —le respondo, lanzándole una mirada desafiante.

—Ni yo tampoco. Así que, muñeca, ¿qué dices si dejamos de jugar y vamos a un lugar más privado? Y te demuestro lo poco niño que soy. —propone con una mirada perversa.

Su propuesta me llama la atención, pero prometí ser firme en mi decisión. Espero poder cumplir con ello. Por que debemos admitir que la carne débil.

—Mejor deberías fijarte por dónde caminas, ¿no crees, idiota? —digo molesta y acariciándome aún el trasero que necesita un poco de amor, no, no de ese tipo de amor, aun no me cogen por detrás, me refiero a besitos y caricias. Aunque si es él quien quiere darme por el culo, no me quejaría.

—Me disculpo nuevamente, muñeca. No fue mi intención. —dice, mirándome fijamente y frunciendo el ceño. —¿No nos conocemos de algún lado? —pregunta con una sonrisa.

Trago saliva, parece que no me reconoce, ojalá que no lo haga. No quiero que recuerde nada, ni el accidente ni lo desastrosa que estaba aquel día. Solo de pensar que pasé una noche en una celda, se me eriza la piel.

—No lo creo, podrías soltarme. —le digo, y su sonrisa se agranda aún más. Maldita sonrisa.

—Claro que sí, nos vimos en el juzgado y en esa bodega, eres la "loca". —me dice con esa sonrisa encantadora.

Así que me recuerda, pero no de esa noche, qué alivio. Eso sería vergonzoso. Espera, ¿me llamó "loca" otra vez? No, esto no puedo permitirlo.

—¿En serio me llamaste "loca"? ¿Cuál es tu maldito problema? Odio que me llamen así. Eres un idiota. —le reprocho con rabia.

Intento soltarme de su agarre, pero el tonto me sujeta más fuerte. Es fuerte, lo noto. No puedo evitar mirar sus brazos y su pecho, pero rápidamente vuelvo mi atención a su rostro. No quiero que piense que estoy impresionada. Aunque lo estoy, y me encantaría que sus fuertes brazo recorriera mi deseo cuerpo.

¿Enamorarnos? ¡Jamás!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora