Ella construyo un muro alto que cupido necesitara binoculares para poder flecharla. No le interesan los enredos amorosos, asegura que el romance es como intentar ponerle calcetines a un pulpo; complicado. En sus planes no esta atarse, con tener una...
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Oscar.
A veces cometo el grave error de hablar de más, de decir cosas que no debería decir. ¿Por qué no puedo mantener la boca cerrada? ¿Es tan difícil cumplir con ello? Pero no, siempre yo y mi bocotá, que no sabe mantenerse cerrada.
Estoy frente a Liam, quien no deja de reírse como un demente de mí, después de que le conté lo que pasó ayer con mi madre y Tatiana, cuando nos encontró desnudos en el sofá. Me arrepiento de habérselo dicho. Mejor hubiera ido con Alonzo, él no estaría como este tonto; Alonzo es más serio y da buenos consejos, de esos bastantes motivadores. Como, no te enamores que no vale la pena, mejor quedarse sortero y disfruta de todas las mujeres que se te presente.
Alonzo es un genio.
—¡Creo que me dará algo, llama a emergencias! —vocifera Liam sin dejar de reírse, mientras se agarra el estómago.
Juro que lo mataré. No me importa convertirme en asesino serial, porque a Brandon también lo quiero matar por vivir molestándome, aunque no niego que es gracioso. Aparte del imbécil que maltrató a mi prima, a ese sí lo mato con gusto.
—¿Podrías dejar de reírte? ¿Qué es tan gracioso? ¿Acaso soy un payaso o qué? Mejor me regreso a mi oficina, prefiero almorzar solo. —digo con molestia y mirándolo mal.
—Perdóname, amigo, es que no puedo dejar de reírme. Primero, una chica te deja en un bar con las ganas, donde aparecieron unas señoras y casi te violan, y ahora tu madre te encuentra teniendo sexo con esa misma chica y ya piensa que te vas a casar y tendrás minis Oscarcito. —dice aun riéndose a carcajadas.
—Sí, ríete, ríete. Qué divertido, ¿verdad? Ya basta, deja de reírte. —le digo, cruzando los brazos y fingiendo estar aún más ofendido, aunque una sonrisa se asoma en mis labios.
No voy a negar que me causa gracia todo lo que me ha pasado, pero a la vez es tan abrumador. ¿Cómo se le ocurre a mi madre que tendré minis Oscarcito? Tener bebés no está en los planes de mi vida lujuriosa.
—Amigo, es que tu vida parece una comedia romántica mal escrita. —responde él, finalmente calmándose un poco y secándose las lágrimas por tanto reírse. —Y no puedo evitar reírme. En serio, me preocupas a veces.
—Y eso que no te he contado que la Katloca se apareció en donde vivo y comenzó a pegarme. Volvió a decir lo mismo de que soy suyo. Está demente. —espeto enojado mientras le doy un bocado a mi salmón. Él deja de reírse y me mira serio.
—¿Me estás jodiendo? ¿Por qué no me lo habías dicho? ¿Cuándo apareció? Se supone que estaba en rehabilitación. ¿Has hablado con sus padres? Tienen que ponerle un alto. —asegura con mucha seriedad, una seriedad que no me gusta.
Me quedo pensando unos segundos, analizando sus palabras. No lo había pensado, ella estaba encerrada, ¿por qué ahora está fuera?
—No, no los he visto, he estado muy ocupado, y la verdad estoy harto. Aunque sus padres me apoyan y saben que ella está mal, no quiero verlos. —aseguro, ahora dando un sorbo a mi agua.