La Venida del Segador

Capítulo 3: Duendes y una damisela

Gringotts Bank, Callejón Diagon, Londres, 19/06/1970, 21:30

Dejando el carro que había llevado a su nueva bóveda cincuenta mil galeones y alguna calderilla más pobre, sin olvidar los ciento veinticinco mil galeones que había depositado en su nueva bóveda.

Harry pagó para que se aprobara su nueva identidad, ahora tenía sus puntajes originales de OWL y EXTASIS con más de tres décadas de antigüedad, su licencia de aparición y su nuevo nombre cambiaron legal y mágicamente a Hadrian Ignotus Evans, junto con un nuevo certificado de nacimiento y su nuevo cumpleaños o año de nacimiento, que ahora era 1947.

Los duendes aprobaron todos estos documentos con la ayuda de sus contactos en el Ministerio, por una pequeña tarifa, por supuesto.

Gold cambió de manos (¡Su oro!) y recibió su carta oficial de confirmación dándole la bienvenida a Gran Bretaña del representante del Ministerio de Magia, un tal Herman Jones supervisor de documentos mágicos en el Ministerio de Magia.

Antes incluso de terminar de firmar los documentos para el arrendamiento de una pequeña bóveda con su nuevo nombre, era ciudadano legal de 'La Comunidad Mágica Británica' (supongo que debería estar agradecido por la corrupción del Ministerio).

Había intentado tomar el nombre de Peverell, pero hubo otros dos en este período que tomaron la primacía, James y Fleamont Potter. Por supuesto, podría reclamar cualquiera de los nombres, ya que su sangre era correcta, pero el 'Jefe de la Casa Potter' sería notificado, y eso sería incómodo.

No necesitaba llamar demasiado la atención, y elegir cualquiera de los nombres sería una buena manera de llamar la atención de los Potter.

Afortunadamente, tenía una cantidad considerable de oro en su baúl, alrededor de doscientos cincuenta mil galeones, por lo que no tuvo que intentar ingresar a las bóvedas de Potter, lo que también causaría serios problemas.

Harry habría almacenado más oro en su baúl si hubiera podido, pero un mísero cuarto de millón de galeones era lo máximo que el baúl podía contener con encantamientos de extensión y aún así poder encogerse.

Aún así, no era rico en ese momento, pero había una mina de oro dormida en la cámara de los secretos.

Así que no se preocupó demasiado cuando vio los precios de las propiedades que los duendes podían comprarle, mientras examinaba la carpeta de propiedades disponibles que había solicitado a Long Blade.

Hojeando las descripciones muy detalladas de las casas que se ajustaban a sus criterios, finalmente encontró una que realmente le gustaba: era una parcela de tierra de cultivo de treinta acres, con una casa de tres dormitorios y algunas dependencias en el condado de Durham.

Treinta mil galeones más otros ocho mil para protección, que los Goblins harían sólo en la casa principal (sería ridículamente caro proteger treinta acres).

Harry no sabía qué pasaría después, qué haría mañana o la próxima semana, pero sabía con certeza que el pasado está escrito en piedra más o menos (siendo su caso la excepción). De ahí que viajar en el tiempo fuera relativamente sencillo.

El futuro, por otro lado, era fluido, cada paso que daba desde que llegar al pasado cambiaba el futuro, por lo que avanzar en el tiempo no era factible y, lo que es más importante, no era posible en primer lugar. Seguramente no sería aconsejable intentarlo. Ya sabía que no había vuelta atrás a su línea de tiempo (porque básicamente la borró cuando llegó al pasado) y no estaba seguro si estaba triste o emocionado por ese hecho.

Después de almacenar una buena cantidad de oro en su nueva bóveda, estaba listo para salir de Gringotts. Todo lo que necesitaba era firmar los documentos de cierre de su casa en el escritorio principal y recoger sus nuevas llaves. Harry estaba pensando en otros problemas que necesitaría resolver pronto mientras caminaba hacia el vestíbulo. Una serie de problemas resueltos, se rió para sí mismo, y ahora sabía cuánto costaba establecer una nueva vida en el mundo mágico.