🐝 ━ Capítulo 7

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En algunos lugares los cambios de las estaciones llegan acompañados de pájaros migratorios o del flujo y reflujo de las mareas. Aquí, en nuestro pequeño pueblo, llegan acompañados de turistas. Al principio, cautelosos, pero que con el paso del tiempo, hacen evidentes sus acentos y las prendas de colores chillones.

Los residentes locales suelen quejarse por los atascos en el tráfico y las calles, pero realmente es lo que menos me importa hoy. Subo la colina a pie esquivando a todos los turistas y me apresuro en dar una entrada triunfal al pabellón donde Becky y Richie me esperan.

— ¡Dios mío! ¿De qué te disfrazaste?— me pregunta ella con gracia.

En honor a la fecha, hoy llevo mis botas vaqueras y una chaqueta de montar.

— No me importa lo que pienses. Aunque tengas un nuevo corte de cabello.

— Pareces una demente — vuelve a reír ella.

— Una demente bastante alegre. Llevaremos a Richie a ver las carreras de caballos. Nunca vio una.

— ¿Es un viejo deseo tuyo, Richie? — pregunta ella.

Le lanzo a él una mirada de advertencia. Lo había prevenido, por supuesto. Lo llamé el viernes y le pregunté qué día le venía bien. Los Armstrong accedieron a pagarle horas extras, pero hasta el domingo no supe con certeza qué íbamos a hacer.

— Así es.

— Además, aposté cinco libras a Man-Oh-Man y pagan ocho a uno — le comento mientras Richie termina de acomodar sus extremidades en la silla — El amigo de mi padre, Jimmy, dice que es algo seguro.

— Déjame adivinar, pero tú tampoco has ido nunca a las carreras ¿no, Clark?

Pongo los brazos en la cintura y le doy una media sonrisa. Rebecca me corresponde y pone en marcha la silla para finalmente irnos.

Es un lindo día de sol y el estacionamiento tiene justo un lugar perfecto.

— Mira, tenemos mucha suerte — le digo emocionada mientras apago el motor.

— ¿Segura? Si está muy blando va a hundirse — me dice Richie preocupado por el lodo en el césped.

— No. Estará bien, será genial.

Inclinamos la rampa y Rebecca comienza a descender lentamente mientras me dirige una mirada de soslayo. Trato de transmitirle seguridad, pero para mi mala fortuna Richie tiene razón y las ruedas se atascan en el lodo apenas ella toca el suelo.

— ¿Estás bien? — le pregunta él ante su leve mueca dolorida.

— ¿Qué hacemos?

— Tú tira y yo empujo — me dice él.

Inclinamos a Becky hacia atrás. Agarro una empuñadura y Richie la otra y arrastramos la silla hacia el camino. Avanzamos despacio, en buena medida porque necesito pararme a menudo, pues me duelen los brazos y mis botas inmaculadas se van cubriendo de barro. Sigo las órdenes, pero entonces la franela que lleva Becky para cubrir sus piernas cae al suelo.

— Oh, no te preocupes. Es solo Cachemira.

Me dice con ironía. Yo solo la recojo y rápidamente la arrojo dentro del vehículo, volviendo a mi tarea de intentar ayudar a Richie.

— Está atascada.

— Lo sé. Estaré bien — dice ella.

Veo a los lados y un grupo de jóvenes fortachones están pasando. Pienso que quizá puedas pedirles ayuda así que alzo mis brazos y mi voz para atraer su atención.

❝𝒀𝑶 𝑨𝑵𝑻𝑬𝑺 𝑫𝑬 𝑻𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora