🐝 ━ Capítulo 9

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La noche después de la cena, acompañé a Kade a su departamento. Podría decirse que discutimos. Ella estaba furiosa por Becky. Me dijo que se sintió como un extra en toda la fiesta y que realmente debería contarle si decido que forma parte de mi trabajo bañar a mujeres desnudas.

Por supuesto le aclaré que jamás lo hice, todavía más molesta con ella cuando se defendió en que no estaba celosa y por supuesto, argumentó despectivamente que ella jamás podría estar celosa de "una tullida". Después de eso se disculpó. Ella intentó que hiciéramos el amor, pero le dije que estaba cansada y traté de conformarla con unos cuantos besos. Dormí de espaldas, no tenía ganas de verle a la cara.

Me costó conciliar el sueño. Dormí unas pocas horas antes de que Kade me despertara con el ruido de la cocina a las seis y media de la mañana. Ella me hizo el desayuno y bueno, quizá pude perdonarla un poco.

A las siete y media corrí a la parada de autobuses y crucé la puerta del anexo a las ocho en punto.

— Buenos días.

Me sorprendo al encontrarme con Rebecca en la cocina. Casi nunca está aquí si no es para comer o tomar alguna medicina.

— Llegó algo — me dice y apunta apenas con la cabeza hacia la mesita de la entrada.

Hay un sobre blanco de papel grueso, está abierto y sobresale una tarjeta del mismo material, con bordado y una caligrafía elegante y dorada.

— Es la invitación a la boda de Charlotte.

La leo y puedo darme cuenta. Pero que descaro más grande. Ellos de verdad no tienen ninguna vergüenza.

— ¿Quieres que llame y les diga que no irás?

— No. Está bien, Clark.

— ¿Tú quieres ir?

— Déjame llevarte a un lugar esta vez. Ven conmigo a la boda.

Becky me está sonriendo. Esa sonrisa que vi la noche anterior. Llena de sus hoyuelos y una sinceridad que me traspasa. Tanto, que no puedo contener mi propia felicidad.

— Iré contigo.

Ha estado lloviendo gran parte de la mañana, por eso, cuando después del almuerzo el sol comienza a salir y el cielo se despeja en un azul claro, voy a proponerle a Becky salir un rato, pero ella se me adelanta

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Ha estado lloviendo gran parte de la mañana, por eso, cuando después del almuerzo el sol comienza a salir y el cielo se despeja en un azul claro, voy a proponerle a Becky salir un rato, pero ella se me adelanta. Ella va vestida muy bien. Tiene una camisa leñadora remangada en tonos de rojo y anaranjado y unos vaqueros. A Becky le sientan muy bien los vaqueros.

— Sarocha. Me apetece salir un rato, pero no al jardín. Habrá mucho lodo.

— ¿Dónde quieres ir?

— Sígueme.

Yo solo le sigo. Me abotono el cárdigan verde menta y cargo el marrón suave de Becky. Tiene su perfume. La silla atraviesa el sendero de los jardines y llegamos un poco lejos, al castillo. Pienso que tal vez no podemos subir, pero ella me quita las palabras de la boca y antes de que pueda objetar algo al respecto me dice que es la dueña. Cosa que en realidad, no es una sorpresa.

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