Final

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—¡...Kook! ¡Jungkook! ¡Jungkook, despierta!

Los ojos rojos de Jungkook se abrieron de golpe, su pecho subiendo y bajando con rapidez mientras luchaba por recuperar el aliento. Su vista quedó suspendida en el techo de la cabaña por unos segundos hasta que se encontró con la mirada asustada y preocupada de aquellos ojos grises a su lado.

Jungkook levantó su mano y se masajeó los ojos con paciencia, quitando todo rastro de sueño y despejándose. Cerciorándose de que ahora no estuviese soñando.

—Lo siento, Jimin —murmuró Jungkook, su voz temblorosa— No quise despertarte.

Jimin asintió con comprensión, acariciando suavemente el cabello de Jungkook en un intento de calmarlo.

—No te preocupes— sonrió, su voz era como el maullido de un gato bebé. Débil y suave— ¿Qué fue esta vez?

—Una pesadilla— respondió Jungkook inmediatamente.

Jimin bufó.

—Claro que si, no habrías estado tan desesperado por un sueño lindo ¿sabes? Pero me refiero...— los ojos de Jimin se cristalizaron, atendiendo a morderse el labio para no llorar y arruinar la mañana de ese día— ¿Con que parte de esa noche soñaste esta vez?

Jungkook se giró sobre la cama, dejando todo su peso sobre su hombro para ver cómodamente al omega. Elevó su mano, la llevó hasta el rostro de Jimin y lo acarició con delicadeza, sus dedos delineando cada rasgo y cada cicatriz, hasta detenerse en la marca debajo de su labio inferior. Sus pupilas se dilataron al recordar las imágenes perturbadoras de su pesadilla

—Fue... todo —murmuró Jungkook, su voz apenas un susurro— La persecución en el bosque, cuando estuviste solo en la cabaña, cuando los maté, incluso... incluso cuando pensé que te perdía.

El corazón de Jimin se encogió ante las palabras de Jungkook, el dolor y la angustia palpables en cada una de ellas. Se inclinó hacia adelante, colocando una mano en la mejilla de Jungkook.

—No me perdiste— le recordó luego de pensar con cuidado sobre qué decir— Llegaste a tiempo y nos salvaste. Estamos bien.

El cansancio físico y emocional pesaba sobre los hombros de Jungkook como una losa de plomo. No era solo el agotamiento de sus músculos, sino también el peso de las emociones que lo asaltaban cada noche en sus sueños. Con frecuencia, revivía cada momento de aquella noche fatídica, desde el pánico de la persecución hasta el enfrentamiento desgarrador con los lobos carroñeros. Era como si su mente se aferrara obstinadamente a los recuerdos, incapaz de dejarlos ir.

Ya habían pasado varios meses desde el ataque, pero las heridas, tanto físicas como emocionales, aún estaban frescas en la mente de Jungkook y es por eso que el alfa no lograba imaginar lo que Jimin sentía.

Las cicatrices en su cuerpo sanaban lentamente, pero las cicatrices en su alma parecían profundizarse con el tiempo. A pesar de los esfuerzos por seguir adelante, el trauma de aquella noche continuaba persiguiéndolo, manifestándose una y otra vez en sus sueños nocturnos.

Sin embargo, entre la oscuridad y la desesperación, había un destello de luz que iluminaba el camino de Jungkook: la voz de Jimin.

Desde el momento en que el omega había recuperado gradualmente su habla, su voz se había convertido en un bálsamo para el alma de Jungkook. Cada palabra, cada susurro, era como una melodía que lo reconfortaba en los momentos de mayor angustia.

—¿Podrías repetirme como fue para ti esa noche?

Jimin frunció el ceño.

—¿Para qué quieres saber eso? No te agobies, ya te lo dije una vez, con esa basta.

Entre bosques y silencios | JJK & PJM |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora