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Cálmate.

Cálmate.

No tiene por qué ser algo malo, quizá solo tiene una pesadilla y todavía no despierta. Si. Eso debe ser.

Era imposible que el miedo y ansiedad que Jimin estuviese sintiendo fuese por algo real. Era demasiado abrumador para serlo. El dolor y miedo que tenía en el pecho se expandió por completo, llegando a él mismo sentir una parte del miedo real.

Era sofocante.

¡Alfa ayúdame, por favor!

Aquel grito hizo que las patas del lobo negro se detuvieran por completo.

Eso ya no era pánico.

Era terror.

El aullido desgarrador de Jimin resonaba en sus oídos, atormentándolo. La misma frase. Cada tono de desesperación que emanaba de su omega golpeaba al alfa como un latigazo en el alma. Las garras de Jungkook aparecieron y se enterraron con fuerza sobre el suelo embarrado, perforando incluso varias hojas que en él yacían. Su garganta dejó escapar un gruñido y, con ese sentimiento de terror de Jimin en su mente, dejó que la desesperación consumiera su cuerpo.

Comenzó a correr más fuerte que nunca.

(...)

Jimin se movía con sigilo, con la esperanza de alcanzar la libertad al salir de la cabaña.

Había logrado bajar sin ningún problema y estaba completamente seguro de que no había emitido absolutamente ningún ruido. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de alcanzar la puerta de la entrada un estruendo retumbó en la cabaña. Uno ajeno a los sentidos de Jimin. Continuó caminando despacio hasta que llegó a la puerta de madera, extendió sus manos para quitar el enorme palo que cubría la entrada, pero su movimiento quedó tieso en el aire cuando sus ojos se encontraron con una daga incrustada sobre la madera.

Jimin se congeló al percibir la mirada de alguien sobre él.

Giró su rostro sobre su hombro y los vio.

Dos pares de ojos rojos emergieron de la oscuridad, fijos en él. El miedo se apoderó de Jimin, lágrimas de impotencia comenzaron a descender por sus mejillas y los sollozos se escaparon de su garganta.

Ya no le importaba que lo escucharan.

Sin rendirse, Jimin volvió su atención a la puerta. Solo debía quitar el palo y abrirla. No debería ser tan difícil, no, no...

No.

No iba a lograrlo.

Se demoró minutos en hacerlo horas atrás cuando cerró la puerta y estaba seguro que no se demoraría menos ahora.

Con movimientos rápidos, Jimin giró sobre sus talones, buscando una salida desesperadamente. Sin embargo, su intento fue frustrado cuando una mano firme y dominante le tapó la boca desde atrás.

El corazón le subió a la garganta cuando otra mano se cernió sobre su vientre.

Mierda.

Forcejó con fuerza, empujó sus codos hacia atrás para golpearlo y abrió la boca para intentar morder, pero incluso aquella acción le salió mal. Los dedos sucios y malolientes del alfa entraron a su boca y se enrollaron en su lengua, sujetándola con tanta fuerza que no pudo cerrar su mandíbula.

Las lagrimas de Jimin y sus sollozos pasaron de ser de miedo a resignación.

—Pero si eres una muñeca preñada... Que sucia.

Jimin, luchaba en vano contra la mano que le oprimía la boca mientras sus ojos se encontraban con la mirada escarlata y posesiva del alfa de aroma a carbón, quien colocó ambas manos sobre su vientre.

Entre bosques y silencios | JJK & PJM |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora