Capítulo 26: Ángel Monfort

2 0 0
                                    

Harry Clayton

Estaba en un momento en dónde tenía millones de sentimientos encontrados. Por fin estaban buscando a Cami, por fin estaba más cerca de encontrar a mi princesa y Meli de sentía igual que yo.

-Por el momento, puede regresar a su hogar no hay nada más que pueda hacer aquí- dijo un oficial mientras acomodaba unos papeles en su escritorio y como vio que no me movía, me miró detenidamente -Sé que está preocupado por su pequeña pero le aseguro que haremos lo que esté en nuestras manos para encontrar a su hija lo más rápido posible. Cualquier noticia, será notificado de inmediato por medio de una llamada al número telefónico que nos proporcionó. Puede volver a casa y descansar un poco.

Solté un suspiro -Bien, muchas gracias- dije y salí de la mano de Melanie directamente a nuestro auto.

Cuando llegamos a casa ya era un poco tarde y se sentía un inmenso silencio. La casa sin Cami se sentía vacía.

-Voy a subir a recostarme, no me siento bien- dijo Meli. Yo solo asentí con la cabeza y ella subió rápidamente.

Iba a sentarme en el sofá cuando mi teléfono sonó. Espero que fueran buenas noticias, necesitaba algo bueno en estos días que han sido de la mierda.

-¿Hola?

-Harry... No sé cómo decirte esto pero...- dijo Mateo preocupado y con la voz temblorosa. Sabía que no serían buenas noticias después de todo.

-¿Qué pasa?- dije en un modo de voz alerta.

-Ángel... Está hospitalizado por una herida en la cabeza. Debí hacerte caso. L-Lo siento- dijo Mateo y comencé a escuchar su voz entrecortada.

Yo no pude decir nada. Me quedé atónito. Está mañana... Sabía que nada estaba bien.

-Te espero en el hospital, Justin va hacia allá. Te diré que pasó en cuanto llegues- y colgó la llamada.

No le dije nada a Melanie y me salí de la casa al instante, subí a mi auto y maneje lo más rápido que pude directo al hospital.

Una vez que llegué a Urgencias, vi a Matías, a Mateo y odiosamente también vi a Justin. Matías abrazaba a Mateo mientras el lloraba desconsoladamente y Justin tenía la cara entre las manos mientras recargaba todo su peso en sus rodillas con ayuda de sus codos.

La sangre me hirvió como agua caliente al instante cuando vi a Justin; sin razonar lo que hacía, me dirigí directamente a él y lo tomé del cuello de la sudadera que llevaba puesta con el resto de sangre para así levantarlo del asiento.

-¿¡Que mierda hiciste ahora, eh!? ¡Más vale que me respondas ahora mismo porque si no, te reviento la cara a golpes para que termines peor que Ángel!- dije mientras se me cortaba la voz de a poco. Toda la gente que se encontraba ahí, me miró, unos con cara de asustados y otros con desinterés.

-Antes de hablar, deberías de agradecer que lo traje aquí y...-dijo seriamente -no sabrás lo que he querido hacerle antes de toda esta mierda- dijo con una sonrisa sarcástica.

-¡Estás enfermo!- dije y lo solté aventándolo hacía dónde estaba sentado.

-Harry, será mejor que te calmes, no es momento para estás cosas- dijo Matías a mi lado. Solo miré con enojo a Justin y me senté al lado de Mateo.

-¿¡Alguien me podría decir que está pasando!?- dije para saber si debía deformarle la cara a Justin a golpes o no.

Una vez que me contaron todo, me quede más tranquilo, al menos no tendría que duplicarle la cantidad de huesos a un tipo llamado Justin.

Un Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora