Capítulo 28: Palomita blanca

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-Lo siento, no puedes pasar- dijo y me bloqueó la entrada, para después adentrarse en la habitación.

-¡Cierren la puerta!- gritó una de las enfermeras.

Enseguida llegó corriendo una de las doctoras que se había hecho cargo de Ángel cuando llegó al hospital.

Mateo llego corriendo hacia ella y la tomó de un brazo.

-¿Me puede explicar por qué la habitación de mi mejor amigo está llena de tipos vestidos de blanco y azul?- dijo Mateo en un mar de lágrimas.

-Lo siento, no es momento- dijo ella y siguió corriendo para entrar directamente en la habitación.

Tenía la mente en blanco...

Sentía que no podía respirar...

¿Qué pasa? ¿Por qué nadie me dice que pasa?...

Ángel... El no...

Harry Clayton

En cuanto Mateo me llamó del hospital diciendo que Ángel estaba cada vez más grave, fui hacia mi casa para poder dejar a Cami a cargo de una de las vecinas y así no dejarla sola.

Pero vaya sorpresa, no sería tan sencillo. Melanie estaba esperándome afuera de la casa.

-No vengas a molestar ahora, por favor- dije después de bajar del auto y abrirle la puerta a Cami para que también pudiera bajar ella.

-¡Mami!- gritó Camila corriendo hacia Melanie y ella se quedó en shock.

-¿Cami?- dijo y Cami la abrazo fuerte. Ella solo le devolvió el gesto y comenzó a llorar mientras la abrazaba.

-¿En dónde estabas, cariño?- dijo Melanie entre llantos.

-¿Ahora sí te preocupas por tu hija?- dije yo, sin remordimiento alguno.

-Harry, por favor. Ahora no, la niña te va a escuchar- dijo y cargo a Camila entre sus brazos.

-¿Ahora no, Melanie? Dime, ¿Quién se apareció en esta puta casa cuando te dije perfectamente que no quería que pusieras un pie dentro de ella?- dije casi gritándole pero no podía perder mi tiempo, no ahora -Te dejo a la niña por unas horas y cuando regrese, quiero ver tus maletas hechas para irte- y salí de ahí.

A lo lejos solo escuche que Melanie gritó mi nombre para que no me fuera entre llantos pero yo no podía detenerme, yo tenía que llegar al hospital.

Me quedaba un aproximado de veinte minutos para llegar pero había un tráfico que jamás me había tocado. Desesperado, llamé a Mateo para saber que estaba pasando pero nunca respondió.

Me tarde poco más de media hora en llegar al hospital y una vez que puse un pie dentro, ví a Mateo envuelto en lágrimas, a Matías se le notaba el nudo en la garganta pero yo conocía bien a ese chico, el no lloraría solo por no dejar caer a Mateo; y Justin...

Oh Justin...

Justin, no soltaba ni una lágrima, Justin tenía cara de shock, Justin... Justin estaba con la piel pálida y los ojos tan abiertos que en el momento en que lo ví, parecía que no había parpadeado por mucho tiempo.

Me acerqué a el, que era el que se veía más cuerdo al menos y con la voz más tranquila que pude, hablé con el. No era momento de reprocharle y tampoco era momento de discutir.

-¿Me puedes decir que pasa?- dije sentándome a su lado.

Justin solo me miró para regresar su vista hacia el suelo.

-Justin, por favor...- dije, me estaba comenzando a desesperar. Nadie me decía nada y era realmente frustrante.

-Yo... Yo no...-intento decir.

Un Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora