⇘ Vint-i-quatre ⇙

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By Jeonghan

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By Jeonghan

En aquel momento no era consciente de donde me estaba metiendo. Daba un paso, y otro, y otro al frente, sin saber hacía donde me dirigía, sin tener una meta fijada en mi mente.

Simplemente caminaba hacía delante con la cabeza agachada y los ojos clavados en la acera, incapaz de levantar la mirada. Me pregunté si así caminaría a partir de ahora, si en esto se basaría mi futuro, caminando hacía delante, siempre hacía delante pero sin objetivo en la vida, sin sueños, sin deseos, sin sentimientos.

Nada que perseguir. Sumido en una soledad y oscuridad perpetua, sólo con la carga de los recuerdos que no volverían a la vida, que habían quedado atrás, muy atrás.

¿Lo que sentía era un justo castigo enviado del cielo? Vaya una tontería. Era demasiado incrédulo como para creerme que Dios se molestaría en joderme la vida simplemente porque me había enamorado de un monstruo, que para mi desgracia, estaba ligado a mí por lazos de sangre.

De todas formas, ya no quedaba nada entre nosotros. Cuanto me gustaría decir que todo ha desaparecido, todo lo que sentía se ha ido, pero no es así.

Es ahora, cuando todo ha acabado, el momento en el que más le hecho de menos, más deseo tenerle a mi lado, más ganas de contacto entre nosotros ansío. Es ahora cuando más patéticamente le amo. Ahora, después de haberme roto, pisoteado y aplastado en su cruel juego.
Después de haberse comido todas mis piezas en su salvaje afán por tener lo que no se puede ni debe tenerse. Y yo he caído, como la última pieza del juego, como el Muñeco que ya no sirve y que por ello, puede romperse y tirarse sin remordimientos, dejándolo solo con recuerdos que nunca volverán a la vida. Porque no volverán ¿Verdad, Joshua?

Esto es un Jaque Mate. Lo siento, Muñeco, pero tú eres el perdedor.

¿Conoces esos momentos en los que de repente, el mundo se vuelve enorme a tu alrededor y tú te sientes pequeño e insignificante, inseguro y diminuto, frágil y vulnerable ante cualquier leve sacudida que te propine el aire? Yo sí. Era la primera vez que vivía esa sensación con semejante intensidad. El suelo temblaba, el baño parecía deformarse, abalanzarse sobre mí dispuesto a tragarme y, en un acto reflejo, desvíe la mirada al suelo con los ojos fuertemente cerrados, muerto de miedo ante aquel monstruo amorfo que, en realidad, no existía.

Lo entiendes ¿No? —volví a abrir los ojos con lentitud y le miré sumido en un intenso silencio, aferrándome el brazo izquierdo con la mano derecha.

Me sentía de repente tan indefenso, tan niño, tan... estúpido. Y Joshua sonreía levemente, sin excesiva malicia, incluso parecía un tanto molesto, cansado, disgustado. Parecía no hacerle gracia el asunto, no le parecía divertido... o eso creía yo, esperanzado de manera ingenua.

¿Cómo explicarlo? —extendió los brazos haciendo un gesto de obviedad, sonriente —. Creo que desde un principio ya te hiciste la idea de que no era una persona fácil de manejar, no tuviste cuidado y acabaste sumiso, totalmente a mi merced, de mi propiedad, dispuesto a dejarte hacer de todo como a una puta bien cobrada. —ladeó la cabeza, acariciándose el cuello con una mano expresando total indiferencia —. Y resulta que eso me encanta. —me miró con tanta lascivia que sentí las piernas aflojárseme, pero me mantuve en pie y alcé la mirada por fin, entrecerrando los ojos en un arranque de valor, mirándole a la cara.

M̶U̶Ñ̶E̶C̶O̶ : ̗̀➛ J̲i̲h̲a̲n̲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora