⇘ Tres ⇙

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By Jeonghan

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By Jeonghan

¡Mamá, el busca está aquí!

Mi madre era tan despistada y torpe como yo. Se dejaba todo por medio y luego no encontraba nada. Había perdido las llaves de casa cuatro veces y una de ellas, tuvimos que empercharnos en la casa de Hoshi porque el cerrajero no podía venir hasta el día siguiente. No podía quejarme, yo era exactamente igual. Ya había perdido dos veces el móvil, digo dos porque a la segunda lo encontré en la lavadora después de un profundo lavado del que no salió con vida.

Oh, gracias cielo, no se que haría sin ti. —mi madre me dio un beso en la mejilla y corrió al baño de nuevo a terminar de maquillarse, mientras yo llevaba el desayuno a la mesa, me sentaba y empezaba a comer tranquilamente.

Vas a salir hoy con Gordon, ¿no? —medio grité para que me oyera.

¿Cómo lo...

Mamá, vas emperifollada perdida. Tú no vas así a un tribunal.

Cómo me conoces, cariño.

Hum...

¿Te cae bien Gordon, cielo? —me encogí de hombros. No había que darle muchas vueltas a esa pregunta, tampoco es que lo viera a menudo, pero era un buen tío.

¡Si, es genial!

Me alegro mucho. Sabes que tu opinión es imprescindible para mí, tesoro. —me llevé el vaso de zumo de naranja a los labios —. ¿Y como te llevas con Joshua? —lo poco que me había bebido acabó siendo devuelto al vaso, provocándome un repentino ataque de tos. Mi madre se asomó por la puerta, poniéndose unos pendientes de oro blanco que brillaban como diamantes a la luz de sol, cegadores —. ¿Cielo?

Estoy bien... —respiré, intentando controlarme —. Joshua y yo nos... llevamos bien por ahora. —era la mentira más grande que había soltado en toda mi vida.

¿Cómo iba a llevarme bien con ese macarra rastafari que me tenía entre la espada y la pared?

Acorralado como el gato al ratón, había cambiado mi vida de la noche a la mañana y, de la manera más humillante posible, me había utilizado como se utilizaba a una puta.

Sólo faltaba que me pagara y oficialmente, sería una. ¡Que humillante! Y aún más patético e inexplicable era que me había dejado hacer de nuevo, una vez supe quien era y cómo era y, por encima de todo, la forma tan cruel con la que me utilizaba y, aún siendo plenamente consciente de eso, dejé que volviera a tocarme, a besarme, ¡Otra vez! Tenía unas ojeras de infarto, no había pegado ojo. Después de la ducha me encerré en mi habitación y no salí en toda la noche ni siquiera para cenar o preparar la cena.

M̶U̶Ñ̶E̶C̶O̶ : ̗̀➛ J̲i̲h̲a̲n̲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora