CAPÍTULO 1

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Narradora...

-Tienes que llevártela de aquí Erick, no dejes que se enferme al igual que su madre

-Cariño...

-Ve a Nueva Orleans, a tu ciudad natal, ahí estarán seguros, lejos de la enfermedad, lejos de aquí. Por favor, Erick, prométeme que vas a cuidar de Amelia

El hombre miraba a su mujer con tristeza mientras ella se aferraba a los pocos minutos que le quedaba de vida para despedirse de su esposo y su preciosa hija. Una enfermedad incurable para ese tiempo había azotado todo Paris, y como consecuencia de ello la madre de aquella pobre niña estaba muriendo lenta y dolorosamente, no había cura que pudiera revertir la enfermedad, solo atrasarla, pero para la mujer eso solo era una perdida de tiempo y que además corría el riesgo de contagiar a su pequeña, cosa que no iba a permitir nunca

-Lo hare cariño, te prometo que hare de ella una gran mujer

La mujer sonrió para ver la pequeña cuna en donde su hija dormía plácidamente, sin percatarse de lo peligroso que era el mundo allá afuera, dándose cuenta de que no la vería crecer, dar sus primeros pasos o incluso escuchar sus primeras palabras, pero si ella se tenía que sacrificar para que su pequeña pudiera vivir una vida hermosa, lo haría sin pensarlo dos veces. Pues la vida de su pequeña esta primero que la de ella y estaba feliz de ver que pudo hacer algo bueno por su hija y marido antes de morir

-No dejes que me olvide Erick, enséñale tus pinturas, mi retrato, mis poemas, cuéntale nuestra historia y que sepa que su madre siempre la amo en todo momento hasta su ultimo suspiro

El hombre pelinegro desbordaba varias lágrimas, pues no solo iba a perder a la madre de su pequeña, sino que también estaba perdiendo al amor de su vida, a la persona que hacía latir su corazón erráticamente, pero lo que más le dolía era no poder tocarla y darle un ultimo beso de despedida ya que si lo hacía podía contagiarse y contagiar a su pequeña, así que solo tendría que sufrir en una distancia considerada viendo esos orbes dorados que tanto amaba verlos, pero que poco a poco estaba perdiendo su brillo característico, ese brillo que lo hechizo cuando se conocieron de jóvenes

-Ella siempre te tendrá en su memoria, amada mía y yo en mi corazón por toda la eternidad...

La mujer postrada en cama sonrió, derramando una lagrima llena de tristeza y dolor, pues cierto era que lo que había después de la muerte todo el mundo lo desconocía, pero ella queria creer en sus últimos alientos que sea donde fuera que su alma trascendiera queria ver a su pequeña y cuidarla desde lo lejos

-Vete ya, ya es hora

Su marido no queria, queria quedarse con ella en todo momento, pero su pequeña lo necesitaba, ahora debía de luchar por la vida de su hija, cumpliendo la promesa de su esposa

Así que con una sonrisa lastimera en su rostro cargo a su hija en sus brazos quien dormía plácidamente como un pequeño ángel y se fue de la casa no sin antes mirar a su esposa por ultima vez y susurrarle un, "te amo, te vere muy pronto mi amor"

Padre eh, hija se fueron, dejando a la mujer es su cama mirando al techo mientras pedía por la vida de su hija y su marida, que tuvieran una buena vida y que su hija se feliz siempre y en todo momento, dando así por terminada su recorrido por este mundo, su corazón dejo de latir y su ultimo suspiro tal y como prometió fue pensando en su hija y marido

El hombre cargaba a su pequeña hija en brazos, junto con algunas maletas que estaban en su carruaje que contenían algunas pertenencias de ellos dos para poder irse de Paris hacia su nuevo hogar. Sin embargo, tendrían que tomar un barco cosa que no le fue imposible al padre de la chica pues este era de una familia adinerada y de buen prestigio social. De echo todo estaba planeado, su esposa y él lo habían planeado mucho antes de la tragedia pues sabia que el momento de partir seria muy pronto

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