PRÓLOGO

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Tenía una lista donde mencionaba cada aspecto de mi vida en un futuro.

Creía que todo sería perfecto, tendría mi trabajo como organizadora de bodas y mi vida amorosa sería la envidia de muchas.

Por eso, aquella tarde, cuando Clarissa, (mi mejor amiga), decidió que jugaríamos “besar, casar o matar”, lo vi demasiado sencillo, lo tenía todo claro.

—Besaría a mi ex, dicen que uno siempre vuelve a donde fue feliz. —Bromee en lo último.

Clarissa negó diciéndome que me creía capaz, pero yo sabía que no era posible, no cuando Liam me engañó con la chica que me odiaba.

«Pero un besito no le hace daño a nadie».

—Me casaría con Evan Hill —dije muy segura de mi decisión, pues de solo pensar en los ojitos azules del capitán de fútbol se me aceleraba el corazón.

—Solo es guapo, escuché que a su última novia le puso tremendos cuernos con la hermana de la chica.

—No tengo hermanas, así que como dice la juventud latina de hoy en día, con los ojos cerrados yo confío en él.

Mi amiga negó nuevamente diciendo que por eso me engañaban, no le di importancia y continué con el juego.

—Y por último, mato a Ian Wright —dije su nombre con rabia imposible de detener, su apellido me dejó un sabor amargo en la boca.

Ian Wright llevaba casi los tres años de preparatoria, haciéndome la vida imposible sin razón alguna.

—Para malas decisiones solo tú Emily —dijo mi amiga mientras me daba muchas razones por las cuales Ian era un buen chico, entre ellas el hecho de que fuera casi tan atractivo como Evan o que era muy amable e inteligente.

No la culpaba de que pensara eso, el pelinegro solo me hacía la vida imposible a mí.

—Pues yo pienso que mi vida sería perfecta de esa manera, si este juego fuese realidad, yo sería la mujer más feliz de la tierra. —Declaré segura de mí misma y de mi decisión al ordenarlos de esa manera.

Y qué tonta fui, dije todo aquello sin saber lo que el futuro deparaba para mí.

Aunque cualquiera que piense en el futuro se imagina unos años más tarde, para mí solo fue una noche.

Esa noche fue la última en la que tuve diecisiete años, porque de manera misteriosa terminé despertando con veintisiete, casada con Evan, huyendo de mi ex por un beso que marcó mi destino y trabajando con Ian, el chico destinado a morir por mi culpa.



Esa noche fue la última en la que tuve diecisiete años, porque de manera misteriosa terminé despertando con veintisiete, casada con Evan, huyendo de mi ex por un beso que marcó mi destino y trabajando con Ian, el chico destinado a morir por mi culpa

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Un juego inofensivo #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora