Clarissa había decidido visitarme para una pijamada.
O al menos eso fue lo que dijo, aunque yo sabía que solo se quedaba conmigo cuando peleaba con sus padres, era tan orgullosa que no iba a su casa hasta que su madre se lo pedía.
Y por esa razón estamos en la cama ubicada en mi habitación, ambas miramos fijamente el techo de color rosita.
—A veces me pregunto: ¿qué pensaban tus padres cuando te dejaron elegir el color de toda tu habitación? —Clarissa dice lo mismo de siempre que se queda a dormir en mi casa.
«Ellos jamás entenderán mi obsesión con el color rosa».
Aunque no culpo a mi amiga, mi habitación literalmente parece vomitada por un unicornio. Pero al final a mí me encanta, combina conmigo siempre, que, por cierto, parece que nunca cambio de ropa, pero la realidad es que solo me dedico a comprar ropa de color rosa o con estampados de florecitas.
Y aunque mis padres y mi única amiga me llamen: Uniqua (de los Backyardigans), no me canso del color rosa.
—Si vamos a volver al tema de por qué el color rosa es el mejor, no vamos a terminar de hablar, mejor hagamos algo más divertido antes de dormir —pronuncio mientras miro el barniz en mis uñas.
Clarissa me da la razón y seguidamente se levanta de mi cama para quedar con ambos pies cruzados, me pide que haga lo mismo y temo que se le ocurra hacer alguna invocación o algo.
—¿Debo preocuparme? —Pregunto cuando le hago caso.
—Claro que no, estás segura conmigo. —Clarissa me muestra una sonrisa y niega antes de decirme—: solo tengo una idea.
—La última vez que dijiste eso terminamos en la estación de policía.
Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando recuerdo la vez que me pidió que la acompañara a una fiesta, ambas de manera ingenua confiamos de más en su supuesto amigo y aceptamos tomar un poco sin saber que en realidad era una sustancia que nos aumentaba el deseo sexual, al final el chico no hizo nada porque justo llegaron unos oficiales, todos lograron huir a excepción de nosotras, que lo único que queríamos era llevarnos a la cama a esos señores.
—Esta vez solo es un juego inofensivo —dijo mientras yo la miraba con desconfianza.
Y como siempre, termino aceptando jugar, aunque la verdad no esperaba que realmente fuera algo inofensivo, pero en el momento en que la veo abrir la boca y pronunciar tres palabras, sé que ha dicho la verdad.
—¿Besar, casar o matar? —repito lo que había dicho unos segundos atrás.
—Fácil, ¿verdad?
Le regalo un asentamiento de cabeza dándole la razón, solo era mencionar a tres personas y para mí eso era tarea fácil, principalmente porque desde niña planeé mi vida y anoté a cada persona que veía en mi futuro y a las que quería lejos.
Por eso mismo, decido iniciar el juego.
—Besaría a mi ex, dicen que uno siempre vuelve a donde fue feliz. —Bromeo, en lo último.
Clarissa niega diciéndome que me cree capaz, pero yo sé que no es posible, no cuando Liam me engañó con la chica que me odia.
«Pero un besito no le hace daño a nadie».
—Me casaría con Evan Hill —digo muy segura de mi decisión, pues de solo pensar en los ojitos azules del capitán de fútbol se me acelera el corazón.
Tener a Evan como esposo también estaba en mi lista desde que lo conocí, pero era más que nada una tonta creencia, ya que solo salía con chicas rubias al igual que él. Y yo solo era una maraña de risos castaños casi negros.
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Un juego inofensivo #ONC2024
RomanceEmily Harper toda su vida ha tenido las cosas claras a pesar de tener solo diecisiete años, desde su trabajo deseado hasta su casa y esposo de ensueños, es por eso que aquella noche de pijamada cuando su mejor amiga sugiere que jueguen un juego inof...