𝟑𝟐. 𝐃𝐄𝐓𝐄𝐍𝐓𝐄

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𓆩 𝐄𝐧𝐳𝐨 𓆪

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—Te ves tan bonita así —con su pulgar limpia una lágrima que apenas se me ha escapado. —Eres una atrevida —muerde su labio.

Enzo no lo sabe pero en este punto mis bragas están muy húmedas, como si me las hubiera puesto recién salidas de la lavadora, toma mi mentón y con cuidado levanta mi cabeza, su virilidad ya no se encuentra en mi boca pero un hilo de saliva me sigue uniendo a él. 

—Lo haces increíble —ahora su pulgar se encarga de recolectar todos los fluidos que están alrededor de mi boca. —Pero ha llegado la hora de que disfrutes —su dedo entra a mi boca y sin chistar lo recibo gustosa, palmea sus piernas y me siento en su regazo acatando su orden. 

Mis piernas están a sus costados y en mi trasero puedo sentir su descomunal erección, pasea sus dedos justo en medio de mi escote y luego con las puntas de estos remarca mis hombros, sigo cada uno de sus movimientos y sonrío en cuanto sus dedos traviesos comienzan a bajar los tirantes de mi vestido. 

—¿Sabes en que estaba pensando cuando te compré este vestido? —niego. —En lo bien que lo lucirías pero también en este momento, cuando lo único que está sobre tu piel son mis besos y caricias. 

Toma mi nuca y con desesperación unimos nuestros labios, sus manos acarician descaradamente mi trasero y sus dedos se entierran en mis piernas, el vestido ha dejado expuestos mis pechos y en un movimiento rápido atrapa uno de ellos en su boca, inclino mi cabeza hacía atrás y observo unas estrellas, no sé si son reales o producto de todo lo que Enzo ocasiona en mí cuerpo, su lengua hace círculos en mi pezón, un gemido se me escapa ante la sutil mordida que acabo de recibir, pasa su lengua por la zona aliviando el ligero dolor, succiona, lo hace despacio pero delicioso.

Comienza a levantar mi vestido hasta dejar mi trasero descubierto, sonrío al sentir sus dedos moverse entre mis bragas y mi intimidad, frota mi clítoris lentamente, todo sin dejar de besarnos. 

—Estás más húmeda que aquella noche en la bañera —su voz es más ronca y profunda. 

—Que vergonzoso —siento mis mejillas más calientes.

—¿Vergonzoso? —conectamos miradas. —A mí me vuelve loco. 

Cierro los ojos al sentir dos de sus dedos hundirse en mi vagina, mi espalda se arquea ante el nivel de placer que estoy experimentando, su mano libre aprieta mis pechos mientras lame mi cuello. 

—Abre los ojos Ari, déjame ver como tu mirada se torna oscura, igual que nuestros pensamientos cada vez que nos tenemos cerca —obedezco y una sonrisa maliciosa aparece en su rostro. 

Bajo la mirada encontrándome con la bendita mano que me está dando placer, sus movimientos son rápidos y sus venas son más notables, por sus dedos escurren mis fluidos y un sonido acuoso acompaña mis gemidos. 

Detente —digo casi suplicando. —Detente mi amor —parece que le he pedido lo contrario. 

—Dime porque y lo hago —busca mi mirada. 

—Porque voy a ocasionar un desastre —muerde su labio. 

—Me encantan los desastres, como tu maquillaje arruinado por durar más demasiado con mi pene en tu boca o nuestros atuendos de etiqueta manchados de nuestros fluidos, todo lo que haces me encanta.

Esas palabras fueron suficientes para terminar ocasionando un desastre más, uno de esos que también me encantan, que despiertan algo en mí, algo que solo puedo desahogar con Enzo. 

Rodea mi cintura con su brazo derecho y con cuidado me recuesta, jala mi vestido hasta sacarlo por completo, ya no lleva su saco y su camisa está desabotonada, mis ojos recorren cada centímetro de su perfecto abdomen pero se detienen en el moño que adorna su cuello, no sé porqué pasó desapercibido si lo hace ver más sensual.

Se acomoda entre mis piernas, deja sus codos a los costados de mi cabeza, busca mis manos y las entrelazamos, besa mi frente y después la punta de mi naríz.

—Te amo amor —su punta está a escasos milímetros de mi entrada.

—Te amo cariño —aprieto mis manos al sentir como me va llenando.

Sus ojos están sobre los míos, el placer es intenso pero también ese calorcito que siento en mi corazón, todo en mi vida estaba bien antes de conocerlo pero llegó a mi vida para demostrar que siempre se puede estar mejor.

Sus penetraciones son lentas pero profundas, sabe cómo hacerlo, no necesita ser rudo ni el más rápido, cada segundo lo disfruto y sé que el también, sus gruñidos me lo hacen saber.

Mis ojos se entrecierran por culpa del placer que siento, su glande choca en lo más profundo igual que lo hizo con mi garganta.

—Mírame Ari —sujeta mi cuello. —¿Te gusta? —sale por completo y de golpe vuelve a entrar.

—Mhm —vuelve a repetir el movimiento. —Me encanta.

—A mí también me encanta, te sientes jodidamente bien.

♣︎

Nuestra ropa está en su lugar pero nuestra energía se fue a no sé dónde, estoy recargada en su costado derecho y ambos contemplamos la Torre Eiffel.

De pronto recuerdo el sonido de aquella campana, esa gorra y lentes que me impedían ver su rostro, ese trago que nunca se terminó y el camino a casa la primera noche, una lágrima sale sin querer y Enzo se ha dado cuenta de ello.

—¿Estás bien? —utiliza un tono dulce. —¿Hice algo malo? —

—Estoy bien, sólo recordaba como coincidimos y todo lo que ha pasado hasta este momento —recarga su cabeza sobre la mía.

—Antes de entrar a ese bar maldecí al hombre que me llevo ahí, le pedí que me llevara a un lugar tranquilo pero hizo todo lo contrario —sonríe. —Y ahora estoy tan agradecido porque te encontré.

—No pienso soltarte nunca —besa mi cabeza.

—Ni yo a ti, no puedo imaginar una vida si no eres tú quien camina a mi lado.

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Aprovecho para externar mi más sincero agradecimiento a los hackers 🤭

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𝐄𝐍𝐙𝐎 𝐕𝐎𝐆𝐑𝐈𝐍𝐂𝐈𝐂 - 𝐔𝐍𝐍𝐎𝐓𝐈𝐂𝐄𝐃 𝐄𝐒𝐒𝐄𝐍𝐂𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora