ASHER.
Ver como alguien se apaga es lo más duro que alguien puede soportar. Una de las peores penitencias que debo pagar por ser cómo soy y por ser quién soy es ver cómo todo a mi alrededor se va apagando poco a poco. Incluso ella. Incluso alguien como yo, pero totalmente diferente a mí.
—¿Le hiciste caso a George y leíste la letra pequeña? —preguntó con esos pequeños ojos desde el sofá.
Nunca es fácil ver cómo alguien empeora; cómo la vida va apagando a esa persona poco a poco. Melissa era una niña muy fuerte y lo había sido en todas estas vidas. Su precio a pagar por ser compasiva, generosa y empática era su propia vida.
Al igual que yo, Melissa estaba en este mundo para complacer los deseos de los demás; pero a diferencia de mí, ella se tomaba aquel contrato al pie de la letra, aunque creo que iba más allá. No lo hacía únicamente porque fuese algo laboral, sino porque realmente era una persona de gran y buen corazón, en esta y en todas las vidas. Yo, sin embargo, aunque tuviese que conceder todos aquellos deseos, siempre intentaba buscar algún beneficio por ellos. Aprendí una valiosa lección que Melissa se negaba a aprender: no todas las personas son buenas y si pueden aprovecharse más de ti hasta apagarte, lo harán. No puedes fiarte, así qué, antes de que te traicionen, traiciónales tú.
—Lo importante es conseguir deseos para llegar al final. —respondí sentándome en la ventana y mirando cómo el cielo comenzaba a oscurecerse y unas pequeñas gotas de lluvia empezaban a mojar el cristal.
—Creo que deberías leerla para que no te arrepientas el día de mañana. —aconsejó Melissa bebiendo un poco de su té de hierbas.
—No tengo nada que perder, esa letra pequeña no puede afectarme de ninguna manera.
—Según tú ya lo perdiste todo en esta vida ¿no? —la miré con curiosidad —. ¿Alguien te ha asegurado que no lo puedas volver a perderlo también en esta? —achiqué mis ojos en su dirección.
—¿A qué te refieres con eso? —Melissa se encogió de hombros y se limitó a beber de nuevo su té caliente.
Melissa sabía demasiadas cosas, incluso más que George, el único contra que había en aquello era que no era lo suficientemente clara con sus palabras, sino que iba dejando pequeñas pistas para que ti resolvieras el acertijo por completo.
—Todos seguimos viviendo por algo, incluso nosotros que no tenemos razones aparentes para hacerlo.
Antes de que pudiese contestarle, algo llamó mi atención. O más bien, alguien.
FAITH.
Se siente agotador recibir golpes todos los días; se siente agotador que la vida te intente derribar cada mañana. Se siente agotador sentir el peso sobre tus hombros cuando sale el sol; se siente agotador tener que seguir sonriendo como si nada pasara. Se siente agotador alzar la cabeza y ver como las nubes se vuelven a oscurecer una vez más. Se siente agotador como la oscuridad te persigue hasta atraparte por mucho que corras; por mucho que huyas; por mucho que te escondas.
Es agotador seguir regando las flores que tanto prometiste conservar y no perder. Es agotador ver cómo todo a tu alrededor se desmorona y cómo tu interior va muriendo lentamente.
—Hemos detectado un glioblastoma en el lado izquierdo de su cerebro. —informó el médico que tenía frente a mí con una mirada llena de tristeza y un tanto de compasión.
Si aquellos mareos no hubiesen aparecido ni si quiera me hubiese planteado venir, pero no había que ser muy listo para saber que estaba pasando algo más. Dolores de cabeza, visión borrosa y problemas con el equilibrio que yo achaca con el mareo... Ahora todo tiene una explicación y está muy lejos de ser un simple constipado.
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El genio inglés.
Ficção AdolescenteLa vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos y no siempre estamos preparados para esos cambios. Intentamos mantenernos fuertes ante las adversidades, pero a veces los golpes son tan duros que acaban tumbándonos por completo. Faith siempre int...