El niño sacudió su cabeza de lado a lado, y con una mano escurrió el agua de sus ojos.-¿Cómo es que vuelan con tanta lluvia? ¿No les pesa?- Dijo Isaac, mientras llevaba el palo de madera en su mano izquierda, buscando un lugar firme donde dejar la balsa.
Los tres loros irrumpieron su vuelo por un segundo para elevar sus alas cual hombros, hacia arriba, y tomar vuelo otra vez.
-No sabemos, y no nos quejamos definitivamente. Somos los más afortunados de las aves- Dijo Don Piña, mientras volaba frente a Isaac, atravesando unos pilares blancos gigantes, hacia el área social de la universidad que yacía vacía, salvo por la multitud de agua.
-Odiaría no poder volar.- Dijo Limón, mientras miraba fijamente las puertas de las aulas, buscando algo.
-Ahhhh, ¿Como nuestro pichón aquí, Limón?- Dijo Fresa, apuntando a Isaac, que lanzó una pequeña risa. Limón titubeaba, intentando responder:
-D-digo, es distinto porque nosotros sí volamos, y él nunca lo ha hecho o podrá, no es igual- Don Piña golpeó su pico y cubrió su cara con su ala izquierda al escuchar a Limón, y decidió adentrarse.
-Excelente salvada- Dijo Fresa, mientras cacareaba una risa aguda. Isaac, ya dentro de la Universidad, se acercó a Don Piña, quien sacudía un ala hacia su cuerpo, indicándole a los demás que se acerquen a una puerta, con una pintura de constelaciones en blanco y negro, hecha en acrílico para resistir estar a la intemperie. Los tres loros se acercaron a la puerta, y cada uno dio dos toques con su pico en sucesión. La puerta se abrió, e Isaac vio hasta el marco de esta, intentando ver aún más arriba y divisar la enorme figura que permanecía firme.
-Oswaldo, no te veo en tu estudio.- Fresa aleteando sobre el hombro de Isaac.
-Las semillas no eran comestibles. Pero encontramos a alguien que podría usarlas mejor. Sal y ven a verlo, por favor.- Dijo Don Piña, mientras se posaba en la cabeza de Isaac una vez más, y el marco de la puerta empezaba a recibir más luz con cada paso que se acercaba.
Era una figura alta, definida en sus músculos, tal como una estatua. Su piel era azul oscura, profunda cual la noche, y varios puntos blancos, estrellas, visceralmente pintaban su piel. Sus ojos tenían un destello intenso de naranja, que eran rodeados por multitudes de estrellas en lo que serían sus cejas y pestañas. Hablaba en voz lenta, con un tono alto y claro.
-Por supuesto que eran ustedes los que hacían tanto ruido. Se pudo escuchar por todo Aguacero. Y quién, qué, es él?- Y se acercó Oswaldo, que ahora miraba hacia abajo, a la cara de Isaac.

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Paraguas
Fantasy*¡En proceso!* La lluvia no se detiene. Aguacero se hundirá. El fenómeno del Niño impacta Guayaquil, haciendo que las escuelas cierren, obligando a varios jóvenes a quedarse en casa por las lluvias descomunales. Seguimos a Isaac, un niño de escuela...