Amor sobre ruedas (Supercorp)

20

Kara PV

Estaba teniendo clases de kriptoniano con mi primo cuando recordé algo.

—Oye primo.
—Dime.
—Sé que ya no eres Superman y nadie sabe tu nombre ni donde vives, al menos no tus enemigos, si es que hay alguno. Verás, cuando descubrimos lo que hace la kriptonita en nosotros, mi tía investigó y creo una vacuna.
—¿En serio, y funciona?
—Sí. No nos afecta ningún tipo de kriptonita.
—Oooh eso es, fantástico.—se le veía contento.
—¿Quieres que te ponga la vacuna?
—Si, por favor. Es cierto que ya no soy un héroe, pero nunca se sabe.
—De acuerdo, espera aquí.—rodé hasta la parte de la clinica y cogí un botellín y después la aguja. Llené la jeringuilla por completo.—Ven.—le dijo.

Se acercó a mi y le inyecté la vacuna.

—Ya está.— le dije.
—No he sentido nada.
—Mejor, es la primera vez que hago esto.
—¿También se lo darás a mi hijo?
—Bueno, sobre eso... creo que es mejor que esperemos que sea mayor para ver si le afecta o no la kriptonita, recuerda que es mitad humano.
—Tienes razón, es mejor esperar, puede que no le haga nada.
—Exacto.—dije.
—Gracias prima.
—¿Continuamos con las clases la semana que viene?
—De acuerdo, tengo trabajo ahora.—enseñó la libreta.—gracias.
—¿Porque?
—Por enseñarme nuestro idioma, por contarme cosas de Kriptón y de mis padres. ¿Sabes? Siempre me he sentido perdido, al menos desde que descubrí que no era de este planeta. Amo a mi madre y mi padre me enseñó muchas cosas gracia a sus enseñanzas soy el hombre que soy ahora, pero había algo que faltaba y cuando descubrí la Fortaleza, usar mis poderes para ayudar a la gente... no sentí que fuera suficiente. Tú, me has hablado de mis padres, de mis tíos y lo que hicieron por ti desde que naciste, sin duda eran los mejores. Conocer nuestra historia, tanto las cosas buenas como las malas, me ha hecho darme cuenta que no soy tan diferente de los humanos. Por mucho que aquí envejezcamos lentamente, que seamos inmunes a cualquier cosa, que hace que la gente piense que somos dioses e incluso que lleguemos a creérnoslo nosotros porque nunca nadie nos ha vencido, al menos a mi. Saber que la sociedad kriptoniana no era tan diferente de la humana, que había gente buena y gente mala. Ahora entiendo muchas cosas y puedo decir que me siento tanto como Clark Kent como Kal-El y eso es gracias a ti, porque lo poco que sabía de mi y de la familia, me distanciaba más y no saber el idioma hacía que me sintiera más solo todavía. Está la Fortaleza, tengo las memorias de mis padres y puedo verlos, pero no podía entenderles, ahora poco a poco entiendo y volveré allí y escucharé sus mensajes que me dejaron.
—Te sentirás completo.—le dije sonriendo.
—Sí. Y podré enseñarle a mi hijo sobre los dos mundos, nuestros mundos. Nunca pensé que conocer tus raíces pudiera dar tanta paz y entender tanto.
—Te entiendo.
—Por eso te doy las gracias, por que sin ti, seguiría siendo solo Clark Kent. A ver no me quejo, me gusta la vida que tengo, pero ya no me siento solo ni perdido.

Nos abrazamos y estuvimos un rato así.

Después se marchó a casa y me quedé pensando en lo que había dicho.

—Tío Jor-El, tía Lara, estaríais muy orgullosos de vuestro hijo.—dije mirando al techo y pensando en ellos.

Salí del laboratorio y vi a mi tía con Diana, estaban muy cerca entre ellas. Me escondí para que no me notaran y miré haber que hacían.

Se reían y vi a Diana acariciar el brazo de mi tía y ella no se apartaba, parecía como si estuvieran en un mundo aparte, uno donde están ellas dos solas, miré como se miraban y me sorprendió. Se miraban del mismo modo que miraba a Lena.

—"¿Son pareja? ¿Desde cuando?"—eran las preguntas que me aparecían en ese momento en mi mente.

Retrocedí más y volví al laboratorio para darles intimidad.
A ver no es que me importe, mi tía ha estado siempre sola, nunca la había visto así, ¿enamorada?, no lo sé. Espero que se atrevan a darnos la noticia a Lena y a mi, no quiero que hayan malos entendidos, o sorpresas incomodas.
Será mejor que las deje y me centre en trabajar un poco.