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Pasaron un par de horas sin cambios, Kara se había sentado en la cama esperando que su esposa se despertara.
Hubo un cambio, Lena se despertó y miró a su alrededor, se sentía desorientada.

—¿Estás bien?—preguntó Kara.

Lena la miró y sonrió.

—Rao.—dijo sin más y se sorprendió al oírse decir eso y miró a Kara que sonreía.
—Tranquila, no pasa nada.
—Kara, yo...
—Sé que has recordado una vida pasada.
—Keiren, fue tu esposa...
—Sigue siéndolo, pero con otro nombre.

Lena se incorporó y se sentó igual que estaba Kara.

—¿Porque vi todo eso después de besarnos? Nos hemos besado siempre y nunca pasó nada.
—Lo sé, creo que es porque nos hemos casado.
—Pero ya estábamos casadas.
—Sí, pero supongo que es por la forma y el lugar donde nos hemos casado. Esta isla me recuerda mucho la aldea en la que crecí y goberné, cuando nos casamos en aquella vida, fue con un sacerdote y bajo la luz del sol rojo que era como nuestro dios. Esta vez nos ha casado la reina que tiene el permiso de casar como un sacerdote y bajo la mirada de los dioses. La forma ha sido casi la misma y la ropa también, así que cuando dijo que estábamos casadas y que podíamos besarnos, se activaron tus recuerdos pasados. Para ti ha sido demasiado sorpresivo, yo los tengo desde que nací y solo cuando duermo. Es posible que ahora que se han liberado también sueñes con esos recuerdos, como yo.—la cogió de la mano.—no tienes que asustarte, no pasa nada. Solo que ahora te conocerás mejor e incluso a mi.
—Te amo Kara.
—Yo también te amo, Lena.—se acercaron y se besaron.
—Será mejor ir a comer algo, no sé cuanto tiempo he estado "durmiendo".
—De acuerdo, vamos y has estado inconsciente dos horas. Espero que nos encontremos con Diana, se asustó mucho cuando te desmayaste.
—Bien.— se levantó de la cama y Kara la imitó.

Salieron del dormitorio cogidas de la mano y se fueron al comedor.

Llegaron al comedor, y Diana al ver a su hija, se levantó y se lanzó a ella, se abrazaron, se notaba que estaba muy preocupada por ella aunque sabía que es lo que había pasado. Después de un rato, se separaron y llegó el turno de la reina y de la tía.
Kara estaba a su lado, algo apartada mirando a su esposa rodeada de su familia. Astra se acercó a ella mirando la escena.

—¿Ya lo sabe?
—Sí, aún no tiene todos los recuerdos, e igual que yo, pero al menos a empezado. Ahora recordará mientras duerma.
—Igual que tu.
—Sí, ¿Como se lo han tomado?
—No lo acaban de entender, pero van hacer el esfuerzo ya que ellas llevan milenios existiendo gracias a sus dioses.
—Entiendo. No es la misma situación, pero bueno.
—Diana intentó explicarlo de modo que ellas pudieran entenderlo sin hablar de la tecnología kriptoniana, la ayudé un poco pero es difícil.
—Ya. Supongo que yo lo hubiera explicado igual.

Después de la efusiva reunión, se sentaron todas para comer.

El resto del mes lo pasaron entre paseos, entrenamientos, aprendizaje por parte de Kara y Astra y conversaciones privadas entre Kara y Lena sobre su vida anterior.

Llegó el día que tenían que despedirse para volver a casa, así que se despidieron de la reina y de la general y se marcharon volando de vuelta a la Fortaleza.

Cruzaron el portal y ya estaban en casa.

Mientras ellas estaban en otra Tierra, Alex llevó a Sam a varias citas y una de ellas le pidió que fuera su novia y Sam aceptó rápido, conocía a Alex y sabía que era una buena persona, había hecho mucho por ella y por Ruby, además la pequeña la adoraba y la quería mucho.

Diana había hablado con su madre para saber como podía convertir a Astra en inmortal, porque no quería perderla. La conversación fue complicada, porque jamás se había hablado de prolongar la vida de alguien. Diana le dijo que Astra, que por ser alienígena podía vivir más que un humano, pero cuando le llegara la hora no quería perderla.
Como era una decisión que la reina no podía tomar y tampoco hablar de ello, decidieron ir al templo de Zeus para pedirle ayuda. Por eso, un día que las chicas estaban entrenando, las dos fueron al templo sin decir nada. Cuando llegaron, la reina ordenó que se fueran todas de allí, así que la sacerdotisa y las demás dejaron lo que estaban haciendo y se marcharon.

Hipólita invocó a Zeus y este apareció.

Diana saludó a su padre y le comentó lo que deseaba, el dios del trueno no dijo nada, solo miró a su hija un tiempo y después a Hipólita.

—Te daré un poco de ambrosía para que tu novia sea inmortal, pero nadie puede saber de la existencia de la ambrosía. No debería hacer esto, está fuera de nuestras leyes, pero es una petición tuya, que eres mi hija y me siendo muy orgulloso de ti por todo lo que has hecho en el mundo y en el otro universo. Solo quiero que seas feliz y ya sufriste mucho cuando murió el padre de mi nieta. Por esa razón te compensaré, te daré la ambrosía.
—Gracias padre.—sonrió un poco, pero por dentro estaba feliz.

Zeus extendió la mano y apareció un pequeño tarro de arcilla, Diana lo cogió y se lo agradeció. Después de eso Zeus se marchó y las dos, sin decir nada, se marcharon de templo.

Diana sacó el tarro de su bolsa y fue a su dormitorio para guardarlo. Quería hablar con Astra sobre esto y necesitaba hacerlo a solas.

Queda poco para el final

Amor sobre ruedas (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora