Cinco: Los latidos del corazón no mienten

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Violeta abre el armario con cautela, aún no ha colocado toda la ropa que traía pero ha intentado organizar todo lo mejor que ha podido. Conforme pasen las semanas cada uno irá haciendo de la academia su casa y lo raro quizás será volver a hacer las maletas más adelante. Saca una sudadera y un pantalón y se cambia en silencio. Las demás todavía duermen. Aún es muy temprano pero Violeta se ha cansado de dar vueltas en la cama para nada. Sí que ha podido dormir, al menos ha conseguido descansar un par de horas pero le resulta imposible volver a conciliar el sueño.

La zona de los armarios está muy bien pensada, hay un banco pequeño y un espejo de cuerpo entero, también hay una alfombra alargada frente a los armarios para no pisar el suelo sin zapatos.
Es bastante práctico, a Violeta le gusta, de momento todo lo que ha podido ver de la academia le ha gustado.

Se abrocha el pantalón y se sienta en el banco para ponerse las zapatillas. Echa un vistazo a las maletas de las demás mientras lo hace.
La maleta de Diana está en un rincón, es la única que está ya vacía. Diana siempre ha sido una persona ordenada, y cuidadosa con sus cosas.
La maleta de Eva es sorprendentemente pequeña dado que da la sensación de que ha traído demasiada ropa, de todas las maletas es la única que aún tiene casi todo dentro. Roxana tiene una maleta gigante y dos mochilas que más bien parecen sacos militares. La maleta de Chiara es también bastante grande, pero a diferencia de las demás está tumbada en el suelo y abierta dejando ver una montaña de ropa arrugada en su interior. Chiara escogió el armario justo al lado de Violeta, puede que por casualidad. Su armario también está abierto y dentro hay colgadas un par de chaquetas y un chaleco. Toda la ropa está en la maleta y en el suelo. Violeta sonríe, le genera cierta ternura aunque supone que si no lo arregla pronto podría ser un problema para las demás compañeras.

Hay algo en los nuevos comienzos que siempre le ha gustado. La idea de empezar en un nuevo sitio, con tantas expectativas y con tanta ilusión es algo que la pone contenta de verdad. Estudiar música es algo que Violeta jamás se había planteado, y ahora está en una academia prestigiosa a punto de empezar con lo que podría llegar a convertirse en su futura carrera.

La zona de vestuario es estrecha pero el espacio está bien aprovechado, las duchas están en un cuarto aparte y en la zona común están los lavabos y los tocadores. Violeta se mira al espejo, tiene ojeras de no haber dormido bien pero nada que no se pueda arreglar con un poco de maquillaje.
Antes de nada se lava la cara y se recoge el pelo. Para su primer día en la academia no quiere hacerse nada extravagante, ya tendrá tiempo de ponerse ocurrente.
Mientras se está lavando los dientes, Eva sale de la habitación algo desorientada y se acerca a ella para saludarla.

—¿Qué tal la primera noche? Las camas son cómodas verdad? —dice ahogando un bostezo. Violeta asiente y se apresura a escupir la pasta de dientes. —He dormido mejor que nunca —sigue hablando Eva mientras se lava la cara —creía que los ronquidos de Roxana no me dejarían pegar ojo pero los tapones me han salvado la vida. ¿Tú has dormido bien?
—De categoría —miente Violeta —ni siquiera he escuchado los ronquidos.
Eva se ríe y desaparece en uno de los baños que hay al otro lado del vestuario. Violeta se plantea esperarla pero decide ir a ver si el comedor está abierto.

Para su sorpresa, cuando llega ya hay algunas personas desayunando. Hay una barra que después de cada comida permanece cerrada, que está preparada con todo el desayuno.
Hay zumo, leche, café, bollería, cereales, tostadas, hay tanta variedad que es difícil elegir. Violeta echa un vistazo a todo lo que hay y decide seguir dando una vuelta mientras se decide.

La planta es enorme, hay mucho espacio abierto y entra una luz natural bastante decente, pero a pesar de eso, las luces de dentro del edificio son demasiado potentes, está todo tan iluminado que a la larga podría resultar incómodo.

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