Purple Winter

Tres: El mejor día de nuestra vida.

Ha pasado un año desde el viaje a Inglaterra y Violeta ha tratado de seguir con su vida lo mejor que ha podido. Al principio le resultó difícil, tomar distancia de todo yéndose a otro país la ayudó a darse cuenta de muchas cosas que tenía que solucionar y ganar perspectiva, fue algo bueno pero duro porque las primeras semanas, pensaba constantemente en Chiara, tanto que trató por todos los medios de buscarla —cosa de la que no se enorgullece demasiado — intentó buscar su nombre en instagram y otras redes sociales por si tenía suerte, trató de buscar cosas relacionadas con ella para ver si aparecía pero no hubo manera.
Ally, la camarera del café en el que conoció a Chiara, le escribe de vez en cuando y le comenta algunas fotos que publica. Violeta estuvo a punto de preguntarle por ella un par de veces pero no lo hizo. Si el destino quiso que no se diera no le queda más remedio que aceptarlo.

  Poco a poco el recuerdo de Chiara fue convirtiéndose en una mera memoria efímera, un momento en el tiempo en el que se permitió a sí misma volver a sentir algo. Una pausa a su largo dolor. Pero nada más.

  Conforme pasaron los meses Violeta fue aterrizando en el mundo real. Aprovechó la entrada del año nuevo para hacer nuevos planes, hacer caso a su amiga Diana por fin y expandir sus horizontes. No se reincorporó a su trabajo como tenía planeado hacerlo, lo cual le trajo muchos dolores de cabeza pero una enorme sensación de alivio, ya que por fin pudo poner en marcha su proyecto más ambicioso hasta la fecha...

  Violeta escucha la alarma a lo lejos y, sin abrir los ojos, extiende su brazo hacia la mesita buscando el teléfono. Son las cinco de la mañana, una hora nefasta para despertarse teniendo en cuenta que lleva una semana durmiendo fatal y que anoche, apenas pudo conciliar el sueño. Se dice a sí misma que puede dormir unos minutos más antes de levantarse y se da la vuelta decidida a seguir con su plan.

      —¡Hoy es el día! — La voz de Diana suena estridente y hace que se sobresalte. Violeta no abre los ojos pero hace un gesto con el brazo como si estuviera intentando espantar una mosca. Pero Diana no ha acabado, coge impulso y salta encima de Violeta tumbándose sobre ella y sacudiéndola frenéticamente.

      —Te juro que te mato, tía —dice Violeta intentando zafarse de ella.
      —Hoy es el gran día. Y no voy a permitir que lleguemos ni medio minuto tarde así que arriba.
      —Me da tiempo a dormir cinco minutos más.
      —Ni de coña. Después querrás cinco más y luego cinco más y entonces, llegaremos tarde, perderemos el autobús y no llegaremos al lugar a tiempo y habremos perdido la oportunidad de nuestras vidas.
  Violeta se incorpora empujando a Diana que acaba sentándose a su lado.
      —Qué dramática eres.
      —Dramática pero prevenida. Si no quieres que venga aquí con un cubo lleno de agua levántate ya.

  Diana es su mejor amiga desde hace años, se conocieron de fiesta gracias a amigos en común y algunos años más tarde, cuando Violeta se fue a la gran ciudad a estudiar periodismo, compartió piso con Diana que había ido a estudiar artes escénicas allí también.
Las dos acabaron sus respectivas carreras y siguieron compartiendo piso y apoyándose mutuamente hasta que surgió la idea que las ha traído hasta aquí. Diana lo llama "el gran plan" lo cual es gracioso porque lo pinta como si fuese la única buena oportunidad que van a tener jamás en la vida. Pero Violeta debe admitir, que dentro de todo lo dramática que puede ser su amiga, tiene razón.

La música es el sueño de ambas desde siempre, Violeta lo dejó a un lado desde muy pequeña debido a sus inseguridades y a que el conservatorio no le ofrecía lo que ella esperaba. Sabía demasiada técnica y teoría, pero ella quería algo más, desde niña le gustaba cantar y soñaba con poder hacerlo algún día de forma profesional, poder vivir de ello o al menos intentarlo y hacer música con la que expresarse y hacer sentir a los demás lo que ella sentía. Intentó cantar en algunos eventos pero su miedo escénico la hizo retirarse no mucho después de empezar y como consecuencia, enterró su sueño en lo más profundo para dedicarse al periodismo que también le gustaba.