Capitulo 4

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-20 de Febrero, región especial X, 0400 hrs, puesto vigía, 5 horas para la llegada del comandante Mamani y la fuerza principal de la alianza.

-Nada aún soldado?-

-Nada mi sargento-

Contestó el soldado al tiempo que bostezaba.

-esas bestias tendrían que estar dementes para volver a enfrentarnos ahora que saben de qué somos capaces-

El soldado se apresuró a sacar una pequeña tetera del fuego para servirse agua caliente

-tengo café molido, señor ¿quiere un café?-

El Sargento quedó mirando una de las antorchas a lo lejos por dónde debían hacer la ronda los soldados

-¿cuánto rato lleva Martínes ahí afuera?-

-poco menos de una hora señor, se está demorando en volver pero debe estar meando-

El sargento palideció un momento y con una lámpara comenzó a mandar un mensaje en clave Morse pero el soldado a lo lejos no respondió.

-¡¡Por la cresta!! ¡¡Nos atacan!! Suenen la campana!!-

La campana comenzó a sonar y los soldados comenzaron a lanzar antorchas y pequeños jarros con aceite para iluminar el lugar, efectivamente los orcos estaban a pocos metros de la trinchera y al verse descubiertos rugieron con fuerza y cargaron con furia y rapidez contra los soldados quienes gracias a la alarma ya estaban tomando sus posiciones, el fuego y rugido de los fusiles inundó la noche.

Trompetas sonaron cuando la caballería del cóndor cargó contra los orcos, las largas lanzas de la caballería dieron un primer golpe brutal contra los orcos, pero las lanzas se rompían fácilmente y los sables dejaban a los jinetes peligrosamente cerca de sus enemigos.

-Capitán! ¡Las bestias atacan la primera línea de trincheras! Solicitan apoyo!-

Rodríguez salía apresurado de su tienda aún poniéndose su chaqueta mientras escuchaba el informe del soldado

-qué ni un hueon se quede dormio! Vamoh a ayudar a los cabros mierda!!-

Cargó su fusil y apresuró el trote para apoyar las líneas de trincheras mientras un claro sentimiento de nostalgia lo inundaba.

-Ametralladoras listas!- gritaron desde las empalizadas.

-Cañones listos!- gritaron otros.

De la Cruz levantó el brazo y respiró hondo, la caballería ya había regresado de su primera barrida y estaban recargando sus revólveres y recogiendo nuevas lanzas, De la Cruz no esperó más y bajó el brazo con fuerza

-Fuego!!-

Los rugidos de los orcos quedaron opacados por los fuertes estruendos y la poderosa lluvia de metal que éstos humanos eran capaces de convocar, líneas tras líneas de orcos eran silenciados por el inagotable mordisqueo de los dardos metálicos y bolas más grandes que eran capaces de abrir sus pechos, los orcos sabían que el que ruge más fuerte siempre gana y durante generaciones ninguna raza había rugido más fuerte que ellos, excepto está noche, pero lejos de asustarlos los emocionaba aún más, muchos orcos usaban los cuerpos de sus compañeros caídos para protegerse de la lluvia y seguir cargando, algunos lograban a duras penas detener las bolas más grandes aún sí eso significaba perder los brazos, otros, concientes que no serían capaces de llegar al combate arrojaban con todas sus fuerzas a los pequeños goblins para que pudieran luchar, no se darían por vencidos, ni hoy ni nunca.

3 horas después, puesto de mando a cargo del Capitán de De la Cruz.

-informe del frente, señor, el enemigo a perdido fuerza después de romper la primera línea de trincheras, eran comandados por un orco más grande pero se retiraron después de que el capitán Rodríguez venciera al orco a punta de corvo-

La alianza del cóndor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora