¿ʀᴇᴅ ᴏʀ ʙʟᴜᴇ? - ʜᴀᴏʙɪɴ [pausada]

-ilgop

Los parpados del pelinegro se abrieron con dificultad logrando deducir que al parecer se encontraba sentado bajo un árbol, lo supuso por la tierra bajo sus manos al apoyarse intentando estabilizarse mejor por el extraño mareo. Por un momento llegó a pensar que todo había sido un sueño, que se había tropezado o algo así y había tenido una clase de pesadilla donde se encontraba en una realidad desconocida a la suya.

-¿Pudo haber sido solo...?-Susurró abriendo en totalidad sus ojos. Al ver árboles color granate, tierra marrón y un cielo naranjo, supo que no había sido solamente parte de su imaginación -¿Enserio estoy aquí?- Abrió su boca con asombro, sus ojos se veían más brillantes de lo usual, sin saber si era por la diferencia de colores o por el simple asombro de ver algo que no fuese en tono frios -Solo espero volver antes de que mamá se de cuenta- Enseguida mordió su labio con nerviosismo y algo de miedo -Hace un poco más de calor aquí, eso es un hecho- Miró por sus alrededores, se veía muy parecido a bosque donde se había perdido en primer lugar, entonces supuso que si iba de regreso encontraría la civilizacion nuevamente.

Con algo de dificultad se levantó de suelo, quitandose el saco escolar y dejando a la vista su celeste camisa bien planchada de la escuela, pero cuando se la colgó a brazo logró ver en el suelo un pequeño maletín junto a una mochila. Con cuidado se arrodilló nuevamente echándole un vistazo al contenido del maletín, un violín y justo a un lado dos fotos. En una se podía divisar a una pareja de recien casados, una mujer de cabellos cobre y bien recogidos, labios rojos acompañando su vestido blanco y un hombre de cabellos marrones con un traje oscuro; En la otra un Hao más joven portando el violín con un traje oscuro y en el fondo se podía apreciar un telon rojo que lo hacía resaltar.

-Lindo...-Susurró tomando la última entre sus manos.

-Eres como rarito- Soltó por décima vez la niña.

Hanbin había seguido la carretera hasta una ciudad cercana cargando en su espalda la mochila de Hao junto al maletín y al no saber donde ir, se quedo a descansar un poco en un parque cental. La vista resultaba ser bastante linda, aunque el ambiente se sentia cargado de energía negativa, muy diferente a la que sentía en su hogar. Decían que era bueno cambiar de aires de vez en cuando, pero no sabía en este momento cual era mejor.

Veía a niños jugar, correr y gritar pero sin la supervision de nadie, eso le preocupaba un poco. ¿Tan poco les importaban sus hijos? Lo que más le sorprendió fue ver como una mujer que pasaba le decía a alguien por telefono que sus hijos queran mejores y que basicamente los hijos de aquella persona eran como burros descerebrados. Hanbin estaba seguro de nunca haber escuchado a alguien decir tales cosas.

Todo iba normal hasta que una niña, con dos coletas y ojos pequeños se le acerco con una sonrisa un tanto peculiar. Un "Hola, pequeña" fué respondido con "Tu camisa es fea". Eso si que había dolido.

-En vez de decir raro, puedes decir peculiar, ser diferente no es malo- Intentó decir con una sonrisa. La niña solo le hizo una mueca de desagrado -¿Acaso a ti te gustaría que te dijeran que no eres bonita?-

-Mi mamá dice que si alguien me dice algo simplemente le de un puñetazo- Los ojos del pelinegro se abrieron de una manera que casi parecía que dejaba de ser coreano.

-Eso no está bien, la agresión no resuelve nada- Negó con la cabeza y la niña simplemente se alzó de hombros restandole importancia. Hanbin poco sabía de como tratar con niños, no había tenido ninguna clase de experiencia y menos con uno tan tosco como lo era la pequeña, pero no quitaba que siempre intentaba mostrar que la vida no era tan mala, asi que con delicadeza tomó las manos de la niña, que tenían unos raspones -Mira, imagina que eres una niña diferente y los demás te molestan y golpean por eso, ¿Te gustaría?- Negó con un puchero algo enojado, haciendo que Hanbin riera por lo bajo -En ves de defenderte utilizando los puños, puedes optar por decir: No soy débil por ser diferente y no debo cumplir sus espectativas para probar nada, puedo ser fuerte sin necesidas de la agresion y puedo ser única lo cual no está mal- La pequeña parecía pensar en sus palabras, mordiendo sus labios con algo de nerviosismo -Aunque el mundo intente derribarte, solo tu tienes la fuerza para derribar al mundo de manera inteligente-

Un buen mensaje fue interrumpido por una mujer quien aparó a la niña con brusquedad -¡¿Qué se supone que hace?! ¡Deje a mi hija, maldito pervertido!-

Bien, la situación había empeorado en un abrir y cerrar de ojos. Nisiquiera se había dado cuanta cuando la mujer comenzó a insultarlo sin dar lugar a las explicaciones que Hanbin trataba de dar, tampoco cuando una fria mano impactó contra su mejilla y mucho menos ahora, que solo corría siendo perseguido por una cantidad de 5 personas que también se habían reunido para gritarle. Al parecer las personas solo le ponían de acuerdo cuando se trataba de atacar o hundir a alguien.

Con el pequeño maletín aferrado a su pecho intentaba correr lo más rápido que podía, sus piernas pronto comenzaban a doler alertando el cansancio, pero sabía que si dejaba de hacerlo era capáz de no salir vivo de entre esas personas. Sentía unas leves gotas de sudor caer por su cuello y su respiración agitada, no podría seguír así para siempre, menos cuando escuchaba como incluso a la distancia era insultado sin compacion. Sin querer lo único que podía hacer era empujar levemente a las personas que se cruzaban por su camino, disculpandose claro, pero ganando más insultos.

Iba dispuesto a doblar la esquina, sin saber para donde se dirigía exactamente, pero un auto que dobló fuertemente acabó frente a él. La puerta se abrió y adento pudo ver a un chico de cabellos castallos y rubios, ojos grandes y sonrisa amigable.

-Entra ya, yo te salvo- Le guiñó un ojo. Hanbin dudo, obviamente, pero al sentir pisadas más cada vez más cerca solo optó por confiar en un desconocido de sonrisa amistosa.