02.

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Día 3.

Nada de esto estaba dentro del rango de lo aceptable. 

Era como si se hubieran devuelto mínimo cuatro siglos atrás, pero al menos los de esa época tenían cosas no eléctricas con las cuales defenderse y funcionar. El edificio había hecho una reunión, mandando a una persona por cada puerta para avisar (Jungkook no se imaginaba lo que había sufrido el pobre muchacho) y habían hablado sobre la situación. Debían racionar el agua porque, así como habían quedado los tanques antes de que se fuera la electricidad, así estaba y cada vez había menos agua, no se llenaban. Palabras más palabras menos, en poco tiempo se quedarían sin agua. El gobierno no podía hacer mucho. Debido a que toda electricidad había sido cortada de raíz, los medios para comunicarse se habían estropeado, ahora a lo mejor usaban un caballo y un mensajero, como en la época medieval. Jungkook se preguntaba si sólo había sido Seúl, o el país entero, o el mundo entero. Nada, ya no tenían forma de saber nada. 

Cuando se levantaba de la silla para regresar a su casa, la amable señora que era su vecina, quien solía hornearle unos pasteles y bizcochos deliciosos (para devolverle el regalo, Jungkook le daba algunas verduras, frutas y carnes que les mandaban sus padres), se le acercó con una sonrisa amable.

—Hola, Jungkook-ssi ¿cómo la estás pasando?

—No muy mal. Mis padres me habían mandado algunas cosas un día antes que la electricidad se fuera y estoy bien abastecido por ahora ¿Y usted, señora Kim?

—Ahí nos las arreglamos con mi esposo y mi hijo. Ya no va al trabajo porque sin electricidad no pueden hacer nada. 

—Oh, ya, entiendo. 

—Jungkook —dijo ella, repentinamente seria—. Para un doncel que vive solo como tú, estar aquí será peligroso. Los humanos se vuelven salvajes cuando se trata de sobrevivir, y ese salvajismo acarrea mucha violencia. Me preocupa que estés solo mientras la ciudad se vacía cada vez más y las personas más crueles comiencen a apropiarse de las casas.

—Oh..

—Mi familia y yo nos iremos pronto. Por favor, haz lo mismo y ve con tus padres.

—Si esto sigue así, definitivamente no me quedará de otra que irme. Gracias por preocuparse, señora Kim. 

—Me dejarás tranquila —le dijo con una sonrisa reconfortante y le dio unas palmaditas en el hombro antes de darse la vuelta e irse.

La sonrisa de Jungkook decayó, comenzando a sentirse preocupado. La señora Kim tenía razón, no podía quedarse mucho tiempo, aún si quisiera ¿cómo sobreviviría una vez se quedara sin comida y agua? Tenía mucha razón al advertirle. Jungkook estaba solo. Un doncel solo, para su disgusto, era demasiado vulnerable si alguien quisiera ir contra él. 

Cuando pasó por el parqueadero de bicicletas, vio a alguien hurgando en la suya. Frunció el ceño y se acercó a pasos rápidos, dándose cuenta rápidamente de que estaban intentando robarle.

—¡Oye, fuera de aquí! —le gritó. El muchacho se levantó apresurado y tuvo la decencia de parecer avergonzado. Jungkook lo correteó y se devolvió hacia su bicicleta con un resoplido de enojo. 

Cuando revisó la cadena, notó que no pudo abrirla y se dio palmaditas imaginarias por haber invertido en un buen candado. Le había costado un ojo de la cara, pero ahora ya no sentía que había malgastado dinero.

La sensación de vulnerabilidad se apaciguó cuando se encerró en su apartamento, pero todavía estaba la espinita que provocó las palabras de la señora Kim. No tenía mucho tiempo para quedarse en ese lugar, era mejor salir de ahí mientras tuviera buena comida para el viaje. 

Pero ¿cómo se supone que se iría? ¿en bicicleta? 

Oh..

Sí, oh. 

-

Jungkook llegó al lugar donde supuestamente darían agua potable con un garrafón de agua en una mano y un balde en el otro. Ninguno de los dos era muy grande para no estar tan apurado para llevarlo de regreso a su casa con agua. Hacía frío, era temprano por la mañana y Jungkook se sentía congelar. Casi no le quedaba ropa porque se demoraban en secarse y se demoraba lavando a mano también. La única que tenía no le abrigaba mucho, así que estaba cerca de empezar a tiritar. 

Cuando llegó, había un montón de gente ya esperando y quejándose del frío igualmente.

—Mi casa es un desastre de platos sucios y ropa húmeda. Ahora me gustaría tener un patio. 

—¿Verdad? Ahora vivir en un apartamento es todo un desorden.

Jungkook estaba muy de acuerdo con ellas. La situación era preocupante y sólo habían pasado tres días. 

Después de un rato donde estuvo frotándose los brazos y soplándose las manos, los encargados de dar el agua salieron de la plataforma trotando.

—¡Por favor, escúchenme! Aún hay agua en el tanque de abajo. 

—¡Entonces sáquenla, estamos a punto de estar sedientos! —gritó un hombre del público.

—Las bombas se han detenido porque funcionaban con electricidad, así que no podemos sacar el agua. 

—¡Y hasta ahora nos dice eso!

—¡Bajaremos nosotros mismos a buscar el agua!

—¡Busquen alguna solución!

—En dirección al parque hay un pozo de agua potable, podrían sacarla de ahí —dijo uno de los encargados, señalando.

—¡Venimos desde muy lejos por el agua! ¡¿Y nos están mandando aún más lejos porque no pueden hacer nada?!

—¡Eso es cierto! —gritaron varios, y Jungkook vio todo con preocupación. Sólo habían pasado tres malditos días y la ciudad ya era un caos.

Todos comenzaron a quejarse y Jungkook suspiró, decidiendo ir hacia el pozo. No podía ser testarudo como muchas personas de la multitud, necesitaba el agua y era mejor si llegaba antes que toda esta gente.

Dejó el garrafón y el balde en el suelo de su apartamento con un suspiro cansado y luego cerró la puerta. Varias personas lo habían seguido en su camino al pozo y tuvo que apresurarse, probablemente quedaría seco en poco tiempo. Volvió a suspirar cuando vio su cocina vuelta un desastre de platos sucios. No podía permitirse gastar agua en ellos, ahora tenía prioridades. 

El tanque del edifico también comenzaba a quedarse sin agua, teniendo en cuenta que ya no salía en la misma cantidad que antes, así que Jungkook había decidido recoger toda el agua que pudiera guardar para no quedarse sin ella cuando el tanque quedara finalmente vacío. Estos tres días nomás se había bañado una vez y había sido esa mañana, con muy poca agua y reciclándola para bajar el inodoro. La estufa de camping y la comida que le habían mandado sus padres le habían salvado el pellejo, podía cocinar con normalidad y estaba comiendo bien. 

Muchas veces se ponía a pensar en ellos y cómo se sentirían sin saber nada de él. Ya era normal que no hablaran en días, pero ahora no podían hacerlo en ningún momento y quien sabe cuánto más se extendería esta crisis.

180° ✧ JIKOOK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora