Pasado y presente

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Sam estaba sentada en el piso de la sala de su casa, solo mirando ese pequeño cepillo de dientes.
Tantas cosas pasaban por su cabeza, la primera era como tenía una amigan tan loca capaz de robar un cepillo de un colegio de niños.

La segunda era que tenía miedo, una gran angustia, ese sentimiento solo podía compararse con la ansiedad y temor que sintió cuando su hermana sufrió ese accidente y estuvo en el hospital.

Si Sumi era el fruto de una relación de Mon, literalmente la devastaría, no tendría porque, ya no eran nada, y en gran parte el divorcio fue su culpa. ¿Pero cómo habría podido Mon involucrarse con alguien más en tan poco tiempo? Si Sumi tenía cuatro años, y restaba los meses de embarazo, realmente tuvo que meterse en la cama de alguien más a tan solo un par de semanas. No creía capaz a Mon de hacer algo así, no cuando Sam nisiquiera tuvo la fuerza de salir de su cama en un mes, volvió al trabajo tres meses después, y por cierto Nita de quien Mon tuvo siempre celos se encargó de la empresa.

Y si Sumi era su hija, producto de la tercera inseminación, ya que las dos anteriores no funcionaron. ¿Qué pasaría? Sería la mamá más amorosa y cariñosa, le haría la recámara más linda, en el jardín instalaría un área de juegos, tal vez un tobogán para la piscina, la dejaría todos los días en el colegio, ayudaría con sus tareas y le contaría un cuento todas las noches antes de dormir. Todas esas ideas hicieron que Sam sonriera e ilusionara enormemente, hasta que la realidad la azotó de golpe ¿cómo podría hacer todo eso? Si no estaba con Mon, lo más probable es que sería una de esas parejas divorciadas, Sumi pasaría el fin de semana con ella, y tendrían que pelear por con quien pasa las vacaciones, navidad y su cumpleaños. Sam no quería eso, quería darle una familia a Sumi ¿Pero podría reconquistar a Mon?

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- ¿Qué haces hija? La madre de Mon le preguntó, al verla en la barra de la cocina con su laptop en la madrugada.

- Me asustaste.
- Estoy Buscando trabajo, pero no encuentro nada mamá, de verdad creo que sería mejor volver a Londres, hay más oportunidades para mí y para Sumi allá. Agregó Mon.

- Hija, sabes que fue muy duro para ti trabajar y cuidar sola a Sumi. Yo prefiero tenerlas aquí, así yo te ayudo a cuidarla.

- Gracias mamá, pero si encuentro un trabajo en Londres nos iremos, necesito ganar dinero para mi y para mi hija.

- Sabes que no tendrías porque estar tan preocupada por Sumi, tú pudieras hablar con...

- No mamá, Sumi es mi hija, y no necesitamos a nadie.

- Todas las cosas caen por su cuenta en determinado momento Mon, Sumi no ha dejado de preguntar por la señora Sam desde que la encontró en la plaza el otro día.

- Ya no quiero seguir pensando en el pasado, ni en ella, ve a dormir mamá.

- Está bien cariño, te apoyaremos en lo que decidas. La profesora besó la frente de su hija y dejó a Mon pensativa.

Aunque no quería hablar del tema, desde que encontraron a Sam no había podido dejar de pensar en ella, en todos los momentos felices, aún después de cuatro años no podía explicarse como todo se arruinó si se amaban tanto.

Aunque antes dijo que no quería pensar en el pasado no pudo evitar recordar cómo fue la separación, ella salió del que había sido su hogar durante varios años, solo con dos maletas y un gran dolor. Lo primero que hizo fue llamar a su padre biológico para avisarle que pasaría algún tiempo con él.

Lloró cada hora de vuelo, trece largas horas en las que sentía como su corazón se rompía, la vida que había planeado ya no sería más, todo su mundo giraba al rededor de Sam, vivían en su casa, trabajaba para su compañía, era subdirectora pero al final sabía que era la empresa de su esposa.

A la semana  de estar en Londres, Mon se percató que su periodo no había llegado, pensó que sería solo la falta de sueño y la falta de apetito, así que lo dejó pasar.

Hasta la mañana siguiente que despertó con náuseas. Inmediatamente se le vino a la mente la idea de estar embarazada. Sacó su celular para mirar su calendario, hacía cuatro semanas habían hecho el tratamiento de fertilidad.

Apenas se cambió, fue a la farmacia para comprar una prueba de embarazo. Después de pocos minutos y de mucho nerviosismo,  la prueba dio positiva.

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, después de tantos intentos, había resultado, cuantas noches platicaron de ese sueño, era una ilusión que ambas tenían pero mucho más Sam, ella había insistido en no esperar más años para poder ser madres jóvenes y darle toda su energía y dedicación a sus hijos.

Una gran sonrisa se formó en el rostro de Mon, no había nadie con quien quisiera compartir esa noticia que con Sam, no importaba si todo estaba perdido, lo que crecía ya en el cuerpo de Mon era una parte de Sam.

Mon limpió sus lágrimas, respiro hondo y marcó el teléfono de su aún esposa, había borrado su número pero no servía de nada, pues conocía ese número de memoria. El teléfono no estaba disponible, así que decidió escribir un mensaje.

Hola, sé que no deberíamos hablar, pero tengo algo muy importante que decirte, por favor márcame en cuanto puedas. Es urgente.

Solo una palomita estaba marcada en el chat ¿Sam la habría bloqueado?

Una notificación sonó en su celular y su corazón comenzó a latir con fuerza.

No, no era Sam. Era un mail:
Solicitud de divorcio decía el asunto.

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