Desayuno en América

18 4 2
                                    


La luz por la mañana se filtró a través de la pequeña ranura entre las cortinas, iluminando con mayor fuerza gracias a la blancura de la nieve que había caído sin cesar por la noche.

Dean abrió los ojos, cerrándolos inmediatamente al ser cegado por la luz que, casualmente, daba justo en su cara. Frunciendo el ceño, se incorporó, apoyándose sobre su brazo izquierdo y volviendo a acostumbrarse a la oscuridad de la habitación. Miró a cada una de las esquinas, percibiendo mejor su entorno con cada segundo que pasaba.

Al levantarse, se percató de que seguía cubierto de la cintura para abajo con el ala de Cas, quien se encontraba completamente quieto a pesar del movimiento de Dean. Tocó delicadamente el hombro de Castiel.

-¿Cas?- susurró, mientras retiraba la mano de su hombro para frotarse los ojos, esperando dejar de ver borroso.

Una vez que lo consiguió, enfocó de nuevo el rostro de Cas, tranquilo y apacible. Respiraba lentamente, pero parecía estar dormido, aunque Dean sabía que no podía estarlo.

-Cas...- repitió, sacudiéndolo ligeramente.

Dean pudo ver por entre los párpados entreabiertos de Cas el color azul de sus ojos antes de que el ángel despertara de golpe. Se incorporó demasiado rápido, colocando su mano derecha justo en el borde de la cama para apoyarse, causando que resbalara, el peso de las alas llevándolo directamente al suelo y sin poder hacer algo para evitarlo.

-¡Cas!- exclamó Dean, acercándose al borde opuesto, viendo a Cas tirado en el piso, bastante alterado -¿Estás bien?- preguntó, más por la rutina que porque realmente pudiera haberse lastimado.

Castiel se levantó lentamente, llevándose una mano a la nuca en donde se había golpeado con el piso y retirando pedazos del azulejo de su cabello. En el suelo había ahora una losa con grietas alrededor y piezas faltantes. Dean observó el pequeño cráter mientras escuchaba a Cas murmurar algo.

-Podemos ponerle una alfombra encima, ¿qué decías?- comentó Dean.

-Estaba dormido- mencionó. Con un tono de voz que no era de alguien que hubiera descansado bien.

-¿Sí..?- respondió Dean, sin entender bien cuál era el punto de Cas -Siendo honestos, no es lo más extraño que has hecho. Te veías algo agotado anoche

-Eso es a lo que me refiero. Con mi gracia restaurada por completo no debería sentirme cansado, y mucho menos quedarme dormido...- Sus ojos saltaban de un lugar a otro, pensando. Incluso Dean podría decir que se veía preocupado.

-No lo sé. Quizás... fue por transferir tu gracia de mí hacia tu recipiente o algo. Supongo que no es trabajo fácil- dijo Dean, bajando las piernas de la cama para sentarse frente a Cas.

El ángel siguió de pie, cruzándose de brazos, cada una de sus alas realizando un movimiento súbito pero leve, como si le ayudara a pensar.

-El problema radica en que las únicas veces que he dormido han sido cuando no tenía mi gracia. También...-

-¿También?- repitió Dean.

-Además del sueño, desde anoche sentí el estómago vacío. Creí que era por desacostumbrarme a mi recipiente, pero ahora la sensación es más intensa-

-Entonces, además de sentir sueño, sientes hambre. No quiero ser pesimista, Cas, pero ¿has pensado si el hechizo para tu gracia sólo duraba por cierto tiempo antes de agotarse?

Cas se llevó una mano al pecho, sobre su corazón, sintiendo algo con la palma de su mano.

-No. No parece estar disminuyendo ni gastándose. Además, creo que no fue un simple hechizo. Ella me hizo comer algo. Estaba vivo y tenía una energía poderosa, aunque no se sentía maligna. Era más neutral.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Las alas del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora