Carta.

91 12 0
                                    


27 de agosto. Sin hora marcada.

No sé cómo empezar esta carta. Me siento una cobarde huyendo de sus problemas y soy quién más odia a las personas que no enfrenta sus realidades. Pero la mía es difícil de aceptar en este día, en esta hora donde te escribo con la mano sangrando y la vista borrosa, lo mucho que te amo y amaré.

Sé con certeza una cosa, es que yo no quiero, te lo juro por mi vida que depende de un hilo, que no quiero dejarte jamás.

Y te prometo que no es un final. Si he encontrado la manera de escribirte está carta es por qué también sé que llegará a tus manos en algún momento. Confío mucho en el mercenario, en el halcón que te encontrara llevándose este papel. No te distraigas con las manchas rojizas, que probablemente ahora estén a tus ojos, un poco cafés. Tampoco con las partes donde es probable que alguna lágrima haya caído, no es ese el punto al que yo quiero llegar.

Me encantaría decirte que estoy bien, pero no puedo, cada día es una tortura nueva y no te lo cuento para que entres en pánico, lo hago para que sigas destruyéndolo todo.

Seré un experimento. Es horrible la noticia, pero lo seré y ya estoy en proceso de volverme una verdadera pesadilla.

Por nada del mundo quisiera hacerte daño así que cuando leas esto, espero con todo mi corazón que si en nuestro reencuentro no soy capaz de reconocerte, me mates.

Por qué estoy dejando de distinguir la realidad. Apenas soy consciente de lo que sí paso y lo que han decidido insertar en mi cabeza. Me están revolviendo los recuerdos, me usan para convertirme en un arma y si eso no llega a ser posible, entonces de una u otra forma llegaré al umbral de la muerte.

No entregues a nadie por mi. Ni siquiera a ti mismo, ten por seguro que no vas a conseguirme de regreso con eso, en este mundo y en este pensamiento no hay nada que quiera él para que yo esté en libertad.

Lo único que desea ya lo está haciendo.

Perdóname. Por todo el daño y coraje que te pude hacer pasar. Perdóname si te desconozco cuando llegues aquí, estoy muy segura de que vas a encontrarme. Eres el único que siempre ha podido encontrarme.

Te amo, quisiera repetirlo un millón de veces más pero me están apresurando y es cierto que me quedo sin tiempo para seguir escribiéndote. Así que préstame mucha atención.

Si me ves pero en realidad no lo haces, si te das cuenta que estoy frente a ti pero no soy yo. Antes de matarme busca a quién me hizo pasar por esto, que no pienso decir su nombre en esta carta.

Gracias por darme los mejores días de mi vida.

Tú esposa.

Persiguiéndote #1 (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora