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Conociendo nuevos problemas.

16 de enero.

Despierto envuelta entre las sábanas, sintiendo un dolor en mi espalda muy suave por las mordidas que Alexander dejó anoche en esa zona, aunque no es solo ahí donde él ha querido morder.

Me doy la vuelta para cubrir mi cara del sol hundiéndola en la almohada, pero en el mismo segundo pienso que esa es una pésima idea cuando me quedo sin aire. Así no podré dormir a gusto.

Cuando quiero darle la espalda a la ventana, siento unas manos en la piel desnuda de mi cintura haciendo que me despierte un poco más por la caricia de sus dedos subiendo por mí anatomía de una forma delicada, trazando la silueta de mi cuerpo como si deseara esculpirlo.

—No quiero que sigas durmiendo. —Susurra en mi oído haciendo que yo sonría un poco. — ¿Cómo es posible que duermas tanto?

—Me dejaste muy cansada. —Respondo enseguida justificándome y me doy la vuelta, subiéndome a su regazo. La sonrisa relajada que veo en el rostro de Alexander producen cosquillas en mi vientre.— es tu culpa por no dejarme dormir en la noche.

—No te quejaste en ese momento, chiquita. —Se defiende, apretando las manos que tenía en mi cintura.

Me inclino hacia adelante, buscando su boca y cuando va a besarme me alejo un poco, tentándolo a cada momento en este juego que dura solo unos segundos hasta que su paciencia se rompe y me devora los labios. Nos da la vuelta quedando sobre mí entre mis piernas.

Rodeo su cuello con mis brazos pasando los dedos por su nuca enredándolos en su cabello. Perdiéndome en la forma que esta besándome y en como me abraza sin aplastarme. Actúa como si quisiera sacar mis más profundos deseos.

Cuando se separa de mí después de un largo rato disfrutando de su boca, lo hace mordiéndome el labio inferior y con esa acción ya estoy derritiéndome pero abriendo los ojos encontrándome con los suyos que ya están atacándome las ganas de morderlo de regreso por la sonrisa tan encantadora que esboza en mi dirección.

—Tengo hambre. —Dice, acariciando mi nariz con la suya.

—Y yo, pero nada nos detiene de tener un mañanero. —intento convencerlo, tentándolo cuando desciendo mis manos por la piel de sus hombros y abdomen.

Niega con la cabeza divertido por mis movimientos y se levanta conmigo entre sus brazos. Grito ya que me toma por sorpresa la acción.

—No tenemos mucho tiempo, hoy también tienes que trabajar o dirán que mi prometida es una irresponsable.

Así es como salimos de la habitación y yo reconozco entonces que no estoy en mi departamento sino en el suyo.

Baja las escaleras conmigo en sus brazos y con cuidado llegamos a la cocina amplia del lugar, la cual se parece en tamaño a la mía pero es muy distinta su decoración. Alexander me deja en el suelo despacio alejándose para poner música y la escucho por los parlantes del sitio embriagándome de su buen humor.

Me acomodo la camisa larga que agarre para dormir y me acerco al refrigerador para ver qué es lo que hay y ayudarlo a preparar el desayuno, aunque distraigo mis acciones recordando como es que llegué aquí.

Trató de calmarme, no recuerdo muy bien en qué momento deje guiar mi cuerpo por sus brazos, estaba absorta en los pensamientos intrusivos y mi mente parecía auto sabotearme en cada segundo anoche.

Pero me quitó todo eso de la cabeza cuando su boca me buscó a cada segundo, sus manos de un momento a otro parecían estar en todos los lados de mí cuerpo y al principio caí a un sofá. No dure demasiado tiempo allí, después del juego me llevo hasta su habitación y ahí no descanse en toda la noche por que me ahogue en un deseo incesante, en un hambre que quería desatar sobre él y sentir tanto su placer que no me detendría hasta que el sueño y cansancio no me dejen continuar.

Persiguiéndote #1 (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora