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Buscando un pulso

5 de marzo.

Franccesca tiene una sonrisa cuando me ve acercándome a ella. El día de hoy vamos a tomar café, se lo ofrecí porque estoy con el trabajo muy arriba y ya no quería más tiempo encerrada en la sede o en la oficina.

Además Alex se encuentra ocupado, no hemos podido cruzarnos tan seguido después del secuestro a Jackson. Lo bueno es que no dejamos de hablar por teléfono, si hay un tiempo desocupado entre los dos vamos directamente con el otro.

—Hola, Fran. Te ves espléndida —apenas llego a su lado ya estoy dejando dos besos en cada mejilla.

—Hola, linda. —Su tono de voz es tranquilo, cargado de cariño— ¿Quieres entrar ya? Te prometo que te encantará el café y los pasteles de aquí.

—Te creo todo lo que me digas. —Bromeo rodeando su brazo con el mío y entrando a la cafetería.

El olor a café envuelve el sitio, no está tan cargado de gente y tampoco hay un ruido tan golpeado en el ambiente. La música es suave como toda la decoración que va desde tonos azules claros hasta el blanco.

Camino con Franccesca hasta una mesa, sentándome delante de ella para empezar a ver qué puedo pedir. No me cuesta nada decidirme, la carta es variada pero mis gustos son muy fijos.

—Un capuchino de vainilla. —Le pido al mesero que viene a tomar nuestra orden— también un cheescake.

Mi cuñada pide un americano con una galleta de red velvet. Espera a que el mesero se vaya de nuestra mesa para buscar lo que pedimos cuando habla.

—Tienes algo en mente. —Me lee tan rápido que sonrió —¿Que es? No creo que hayas querido salir conmigo solamente para tomar un café.

—En realidad, si quería. —Mis manos se juntan sobre la mesa, inclinándome a la rubia con una sonrisita en mi boca— ¿Leer a las personas es un don? Podrías enseñarme.

—Ya sabes leer a las personas, Barv. —Se ríe de mi.

Todos sus gestos me recuerdan tanto a su hermano. Alexander existe en una versión femenina y es en ella, sin duda verla es como encontrarme con mi prometido. Misma sonrisa divertida cuando las cosas salen a su favor, mismo gesto frío para tomar decisiones y tanta seguridad que llega a ser imponente.

En la familia Stockwell simplemente veo líderes, no hay un solo seguidor. Ellos crean a los seguidores.

—¿Mi hermano sabe que estamos aquí?

—No.

—¿Por qué?

—Por qué es una sorpresa. —El pedido llega interrumpiendo nuestra charla. Aunque no despegamos los ojos de la otra— ¿Me ayudarías si te pido algo arriesgado, Fran?

Ella se queda en silencio algunos segundos, analizando todo mi lenguaje corporal. Apoya su mejilla en la palma de su mano, tamborileando sus dedos en la mesa con la que tiene libre.

Mentalmente debe de estar comiéndose de curiosidad por saber que es lo que le pediré.

—¿Solo tengo que decir que si o no? —tantea, entrecerrando sus ojos verdes en mi dirección.

Persiguiéndote #1 (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora