III

23 3 0
                                    

Sara llegó a la gran casa, se quedo atónita de ver donde habitarían quizás durante un buen tiempo. Su madre le enseñó su habitación y prosiguió a decirle que se dispusiera a dormir pues ya era muy tarde.

Todos se levantaron a eso de las 11:30, la madre de Sara la llamó para almorzar pero ésta lo primero que hizo fue llamar a su mejor amiga.

- ¡Ylenia! ¡Solo hace unas horas que nos hemos visto y ya te hecho de menos! -Dijo Sara-

-Ho..la... ¿como estás?

- Yo muy bien,bueno la verdad no estoy bien no se cuantas veces he llamado a Ale y no me coge el teléfono...solo me salta su contestador ¿y a ti que te pasa? ¿porque tienes la voz entrecortada? -Dijo Sara preocupada-

-Pues bien de eso quería hablarte, pero por favor no te enfades. La verdad de todo esto es que yo he estado con tu chico todo este tiempo... cuando tu me hablaste de tu primera vez con él yo ya lo había hecho, espero que me puedas perdonar se que lo he echo mal pero lo quiero y eso no se puede negar además tu ya estás lejos y no lo necesitarás...lo siento y sabes que eres mi mejor amiga ¿verdad? -Dijo muy nerviosa Ylenia- 

Sara rompió a llorar no sabía que decir, ni que hacer lo único que pudo contestar fue lo siguiente:

- ¡Eres una puta! ¡Sabías todo desde un principio, nunca has querido decirme nada sobre esto! Tú sabias lo mal que yo lo estaba pasando. TE ODIO. 

Al instante colgó, para su asombro comenzó una punzada en su corazón como si alguien le estuviera clavando un cuchillo, pero no era ni más ni menos que el problema que tenía  y que ella aún no sabía. Intentó llamar a su madre pero no pudo decir palabra. Su madre oyó un gran ruido en el piso de arriba y subió.

- ¿Sara? ¡Lucas, ayúdame por favor! 

Corriendo subió el padre de Sara pero al ver que no podían hacer nada por esta tuvieron que llamar a la ambulancia. 

Justo en ese momento se encontraba nuestro querido John, haciéndose un análisis de sangre. Cuando de repente vio a la chica no pudo resistirse a preguntar como se encontraba

-Hola... - Dijo John sin poder pronunciar nada más-

Sara que ya había podido recuperar el sentido le contestó:

- ¿Quién eres tú? Lo siento pero te has confundido no te conozco y dudo que tu a mi si... 

- Lo se, no me conoces, pero yo a ti si,  ¿te acuerdas el coche que parecía estrellarse ayer? Pues bien, ahí estaba yo, ¡pero tranquila no era un gilipollas que conducía! -Dijo John-

Sara divertida le contestó:

- Jajajaja, bueno tendré que creerte, pero no te preocupes,supongo que noches así tenemos todos ¿no? 

Sara iba a proseguir la conversación cuando tuvo que abandonar el hospital, los médicos ya le habían dicho que todo estaba bajo control de momento. Pero ella quiso despedirse:

- ¡Lo siento tengo que irme! Dijo Sara

-Bueno...vale, ¿nos volveremos a encontrar?  ¿tienes móvil? -Dijo John-

- Es obvio, toma. -Dijo Sara sonrojada.

Al salir del hospital Sara no podía dejar de pensar en ese chico tan apuesto... ¿como sería si lo conociera? Bah no puedo, además acabo de salir de una ruptura muy dolorosa, ¿ruptura? me han puesto los cuernos ¡joder! encima con mi mejor amiga... todos son unos cerdos... Dijo para sí ésta.

Tras volver a casa, su padre consiguió llevarla en brazos hasta su habitación.

- Cariño, ¿te encuentras mejor? Me tenías muy preocupado... No sabes cuanto te quiero, quizás ahora después de este gran susto es cuando más te lo demuestre, pero eres muy importante para mí. Siento todo lo que ha pasado, culpame no me perdones pero sabes que te quiero.

Sara rompió a llorar no tuvo más opción que abrazar con fuerza a su padre, como si se le llevara la vida en ello.

- ¡Papá, yo si que lo siento! ¡He sido una imbécil con mis tonterías de niña! Lo siento y sabes que te amo.

Su madre se encontraba escondida en el marco de la puerta para que ellos no pudieran verla pero se emocionó al ver esta estampa tan bonita, pero tuvo que intervenir:

- ¡La comida está lista! ¡Además hay vuestra comida preferida! Ñaaaam. 

En otro lado de la ciudad se encontraba John haciendo surf como siempre, su única pasión, pero tenía hambre así que decidió volver a su casa y despedirse de sus amigos. Al llegar a su casa se encontró a su padre comiendo y viendo aquel libro.

- Papá, he conocido a una chica estupenda, bueno...en realidad no es que haya hablado mucho con ella pero me encanta es todo lo que yo buscaba.

Su padre no contestó quizás tuviera alguna extraña enfermedad ¿autismo quizás?

- Bah, no se para que te cuento nada, nunca me escuchas papá, es más ¿debería llamarte así? 

Su padre no pronunció otra cosa que imbécil.

Pronto escuchó un claxon, mientras leía una revista de atentados terroristas, volviendo a la Tierra bajó a ver quien era, que extraño Alberto, exclamó con ironía. 

- Tío tengo dos noticias buenas. -Dijo Alberto con ojos como platos-

- Desembucha. -Dijo John.

-Bueno pues lo primero es... ¡nos han cogido para el ejército! Y la otra buena es que mi hermano mayor da una fiesta en su casa, como celebramiento a que ha terminado ya su carrera. Lo mejor no es eso si no que habrá chicas guapísimas. Hay que ir con pareja. -Dijo Alberto-

- ¡Dios tío! Joder, estoy deseando que nos llamen para ir a algún destino porque estoy harto de estar en mi casa... Y bueno lo de la fiesta si hay que ir se va pero no tengo pareja, ¿no podrías hacerme algún el favor de no tener que ir con ninguna? Dijo John

-¡No  Exclamó Alberto muy convencido. Bueno debería irme tengo que preparar las cosas para la gran fiesta. ¡Que te cunda buscando pareja!

John pensó en invitar a Sara pero quizás ella no querría no lo conocía de nada, pero haría todo lo posible para que ésta cayera rendida a sus encantos.


Te esperaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora