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Matías no se iba a dar por rendido así de facil.

Cuando la muchacha lo dejo tirado en mitad del pasillo llorando se puso a pensar todo lo que le había dicho y llegó a la conclusión de que tenía toda la razón.

Asique, tras secarse las lágrimas y esperar a que se le pasase el sofoco un rato, emprendió camino hacía su habitación. Listo para poner fin a todo lo que le atormentaba y empezar a ser feliz otra vez.

Cuando entró al dormitorio se encontró a Malena sentada en la cama, mirandolo fijamente. Como si le hubiese estado esperando.

El supo que debería aprovechar esa oportunidad para dejar claro las cosas a su novia.

—¿Ya andabas con la pibita esa?— preguntó ella después de estra un rato en silencio causando soltar un suspiro pesado al chico.

Si, había estado con ella, pero no de la manera que había querido.

—Basta Malena— dijo el haciendo caso omiso a la chica y acercandose a su armario para ponerse el pijama.

—No basta no Matías, decime la verdad, ¿ andas con ella o no?— habló la argentina con un tono de enfado.

—Escuchá Malena, me tenes harto ya, creo que deberiamos dejarlo— se quejó el chico diciendo esto último en bajo.

La habitación se quedo en silencio, solo se escuchaban las respiraciones de los dos.
Matías ni siquiera quería girarse a mirarla.

Entonces sonó como se levantaba de la cama y se acercaba a el a pasos rápidos.

Le agarró del brazo para que lo mirase y después le pegó una bofetada.

Matías se llevó la mano a su mejilla ahora roja con los ojos muy abiertos.

—No te penses que esto se va a quedar así eh— le amenazó ella, su cara era la viva imagen de la ira.

El chico alzó las cejas aún con su mano en su mejilla.

—A ella la dejás en paz me escuchaste— amenazó esta vez el.

Puede que la chica lo odiase para siempre pero el a ella no, nunca podría odiarla.

La muchacha lo miro unos momentos antes de empujarle para coger su maleta, meter todas sus cosas y salir de la habitación bastante enfadada.

A la mañana siguiente le costó salir de su cama para ir a desayunar, pero aún así saco fuerzas para salir a comer algo antes de que tuviese que empezar a rodar.

Cuando entró al comedor se alegró de no ver a su ahora ex novia pero algo en el se preocupo al ver como las miradas de Blas y Fran se posaban en el de una manera no muy pacífica.

No quiso darle importancia y se sentó solo en una mesa a comer.

Por suerte le tocaba la sesión de maquillaje el primero, así no tendría que estar con sus compañeros mucho rato más.

Desayuno rápido y se fue deprisa al camerino donde Alba, la maquilladora, ya debía de estar esperándolo.

Cuando entro y se sentó en la silla pudo intuir que algo iba mal asique no se abstuvo a preguntar a la rubia.

—¿Paso algo?— preguntó curioso, sentía el espacio muy denso. La rubia lo miro con las cejas alzadas un momento antes de responder.

—¿No deberías preguntarle eso mismo a tu novia?— dijo ella con un tono tranquilo pero que para nada iba con intenciones de tranquilidad.

El chico alzó las cejas, ¿qué se había perdido?.

—¿Qué novia? Male y yo lo dejamos anoche— respondió el algo confundido. No estaba entendiendo nada.

VENENO~Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora