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—¿De verdad te tienes que ir?— le pregunté a la vez que ponía una cara parecida a la que ponen las niñas pequeñas cuando las regañan.

Ya habían pasado casi dos semanas desde que declaré mi amor a Matías y para mi desgracia, ese tiempo tambien pasaba en la grabación lo que provocaba que los que "morían" en el alud tuvieran que regresar a Uruguay y Argentina.

Mi querido amigo Blas, que se había vuelto un pilar fundamental en mi vida en este último medio año, se volvía a Argentina mañana por la mañana en el primer vuelo pues ya había termiando todas sus escenas de momento.

—Ojala poder quedarme aca— me respondió el a la vez que pasaba su brazo por mis hombros y me abrazaba.

Sin poder evitarlo las lagrimas inundaron mis ojos a lo que Blas me miro como si fuese una muñequita de cristal que en cualquier momento se podía romper y me abrazó con más fuerza.

—Che nena no llores, te prometo escribirte todos los días y podemos hablar por llamada siempre que queras— me intentó consolar a la vez que dejaba un beso tierno en mi cabeza.

Me separe de su abrazo y me lo quede mirando un rato a la vez que calmaba  mi estado de tristeza.
Blas era mi mejor amigo, un pilar fundamental en mi vida y no quería despedirme de él así como así.

—Pensa que no te quedas sola, tenes a Fran, con Juani tambien te llevas bien— empezó a nombrar a los otros chicos que también eran importantes para mí, acabé asintiendo— Además, ahora andaras distraida con el Matías y ni tendras tiempo de acordate de mi— bromeó el a la vez que me daba un leve empujon en broma.
Me puse roja al instante.

Yo les había confesado a Fran y a él lo de Matías, y el mismo día que nos besamos hace ya unos diez días, esa noche fui corriendo a contarles todo a ellos. No sin antds haberselo contado a Alba claro.

Asique a Blas parecía que le encantaba bromear sobre ello y cuando Matías pasaba lo llamaba  "papa" y nos pedía que le adoptaramos.

En cuanto a Matías, todavia no habíamos formalizado nada, era demasiado pronto y el había accedido a el tiempo que le había pedido.
Aunque eso no impedía que nos vieramos todos los días claro.

Se podría decir que parecía una quinceañera enamorada por primera vez.

Mi mente regresó al presente para volver a mirar apenada a mi amigo. Le volví a dar un gran abrazo y me despedí de el con un beso en la mejilla y la promesa de que hablaríamos siempre que pudieramos.

Observe como de marchaba en un taxi hasta que lo perdí de vista y luego di media vuelta para regresar al interior del hotel.

Busque a Alba por todas partes, me apetecía hablar con ella. Al no encontrarla en ningún lado me di por rendida y empecé a subir las escaleras hasta mi habitación. Podría haber cogido el ascensor pero me apetecía hacer ejercicio.

En el camino por uno de los tantos pisos que tenía el hotel me encontré como mi amiga salía se la habitación de Enzo en camisa y descalza, observe algo alucinada como se iba en cunclillas para no hacer ruido.

Me acerqué a pasos lentos y silenciosos por el pasillo hasta quedar a un par de metros de ella.

—¿Sexo a las ocho y media de la mañana?— la pregunté medio a gritos a la vez que alzaba una ceja. Pude ver como pegaba un saltito del susto lo que causo una risa de mi parte.
La rubia se dio media vuelta despacio para mirarme con cara de querer materme.

Creo que lo había dicho muy alto pues a los pocos segundos un curioso Agustin Lain asomó la cabeza por la puerta de su habitación, generando así una carcajada muy grande de mi parte y logrando poner roja como un tomate a la rubia.

—Voy a hacer con que no escuche nada— comentó el volviendo a meterse en su habitación y cerrando la puerta rápidamente.

Me agarré la barriga pues ya me dolía del ataque de risa que estaba teniendo. Risa que se apagó cuando vi a una Alba muy enfurecida viniendo hacía mi a pasos rápidos.

—Eres una imbecil— me gritó enfurecida a la vez que me pegaba un manotazo. Yo solo pude observar su cara todavía roja lo que me causo la risa de nuevo.

—Perdón, perdón— me disculpé a la vez que trataba de calmar la risa que me había entrado. Ella me miro enfurecida pero luego sonrió.

—Bueno, no vamos a hablar sobre el sexo que tienes tu con Matías— se burló ahora ella de mí, logrando que esta vez fuese yo la que me pusiese roja.

—Tu que sabras si yo lo he hecho o no con el guarrilla— la dije con una carcajada haciendo omisión del tema.

—¿Se fue Blas?— cambió por completo ella de tema, mejor.

—Venía de despedirle— respondí a la vez que asentia y seguía mi camino hacía las escaleras.

—¿Quedamos luego para ir a dar un paseo y desayunar por ahí?— me preguntó ella a la vez que alzaba una ceja. Me lo pense un momento antes de decirla que sí, total no tenía nada mejor que hacer.

Y así terminamos, media hora después, caminando por las calles de la preciosa Granada. Que a pesar de prácticamente no haber pisado la ciudad siendo española tenía que reconocer que me había enamorado de ella.

Fuimos a un restaurante a desayunar unos bollos deliciosos a la vez que nos reíamos por las anecdotas que contabamos.

Después de llevarnos riendonos un rato me quede mirando a mi amiga y recapacite un momento.

Hacía unas horas había estado medio depresiva porque Blas se iba pero, a pesar del cariño imaginable que tenía al muchacho, también tenía a Alba, a Fran, a Juani, y a todos los otros que sin quererlo se habían vuelto mi familia.

Supe entonces que hoy no me había reido tanto desde hacía tiempo y me di cuenta de que estos chicos se habían vuelto más familia que mi propia familia.

Por lo que estaría eternamente agradecida con ellos...

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Buenoo, hasta aquí el capítulo de hoy. La verdad que es un poco de relleno pero no tenía muchas ideas.

A pesar de eso quería publicaros algo en especial que llegamos a las 3000 lecturas y es algo que nunca pense que llegaría.

Muchas gracias a todos enserio🫶🏻

Y no os olvideis de vitar y comentar para seguir animandome!❤️

Besoos💋💋💋

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⏰ Última actualización: Mar 28 ⏰

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VENENO~Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora