Capítulo 5: La unión hace la fuerza

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La imágen de un pueblo minero siendo tomado por la fuerza, era algo predecible para el Imperio de Kamona.

Muchas personas eran capturadas y llevadas a calabozos, otros, eran enviados a ser ejecutados por medio de la horca.

Varios guardias alexandrinos, al igual que el propio gobernador de Alexandria estaban siendo enviados para ser ejecutados, pues así, obtendrían el control total sobre aquél pueblo minero.

Varias personas que eran llevadas, gritaban amenazando a los kamoneses de que si se lograban liberar, los matarían, otros pedían clemencia ante éstos.

Las actividades de los soldados kamoneses, estaban bajo supervisión del Adjudicador, quien todo este tiempo resultó ser el propio Reinhard Ressnerg, ¿cuál pudo ser la razón de su alianza con los kamoneses?, era algo difícil de saber.

Soldado Kamones Néstor: ¡Mi Señor!, ya hemos capturado a la mayoría de guardias alexandrinos, incluido al Gobernador Maurus.

Diría aquél soldado mientras se acercaba a su alto mando, quien se mantendría jugando con su máscara de plata, algo que llamaría la atención del soldado, pues notaba como estaba fuera de sí.

Soldado Kamones Néstor: ¿Mi Señor?.

El Adjudicador: Los celsyos... ¿fueron llevados al calabozo?.

Preguntaría el mismo hombre de cabellos castaños con una voz más ronca de lo habitual, mientras observaba como algunos soldados recolectaban unidades de carbón.

Soldado Kamones Néstor: Así es Mi Señor, tal como usted lo ordenó.

Los pensamientos del Adjudicador estarían divagando, ¿quizás en parte le afectó volver a ver a Ivar después de tantos años?.

El Adjudicador: Muy bien... antes de ir a los calabozos, debo darte algo Néstor.

Soldado Kamones Néstor: ¿Qué sería Mi Señor?.

El hombre de cabellos castaños volvería a colocarse su máscara de plata, ocultado así nuevamente su rostro, el cuál presentaba ciertas cicatrices.

El Adjudicador: Tus acciones merecen un ascenso, y por mi parte, recibes el puesto de "Cabo".

Diría aquél verdugo mientras le entregaba una insignia de mayor valor que el de un soldado raso común y corriente.

El soldado lo tomaría cuidadosamente mientras se lo colocaba en la parte izquierda de su chaqueta militar, logrando abrocharla y dejando que esta pudiera relucir.

Cabo Kamones Néstor: Mil gracias Mi Señor.. no encuentro otras palabras o acciones que puedan demostrar mi aprecio por lo que usted hizo.

El Adjudicador: Yo se qué puedes hacer por mí, Néstor... llévame a los calabozos y déjame ver a los prisioneros.

Cabo Kamones Néstor: Sí Mi Señor, como usted ordene.

Tras varios minutos después, encontraríamos a nuestro héroe de cabellos castaños en una celda subterránea, completamente apresado por unas cadenas que sujetaban sus manos, éste poco a poco iría despertando.

Ivar: Ugh... mi cabeza...

La visión borrosa del mismo muchacho, le dificultaría momentáneamente ubicarse, pero pronto se percataría de lo que estaba sucediendo.

Ivar: ¿Eh?... ¿dónde estoy?...

Con una ligera sensación de desorientación, trataría de ponerse de pie, aunque se tambalearía en el proceso.

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⏰ Última actualización: May 18 ⏰

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