Capítulo 3

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Pasaron varios días. Hicieron un pequeño campamento a unos kilómetros alejados de la ciudad, donde se refugiaban unas 30 personas o quizás más.

El ruido fuera de la tienda de campaña despertó a Aitana de su tranquilo sueño. Se puso unos pantalones deportivos negros y una sudadera también negra. Salió al exterior e ignoró a todos los que estaban a su alrededor.

No estaba teniendo un buen despertar.

Al pasar junto a su hermano, le acarició la cabeza en señal de saludo, y le dedicó una pequeña sonrisa a su madre, Lori, aunque más por respeto que por alegría. Luego se acercó a su padrino, quien estaba limpiando un arma.

—Herví un poco de agua para ti —dijo Shane mientras le entregaba el vaso de agua, y Aitana no tardó en beberlo entero.

—Gracias, padrino. ¿Qué tengo que hacer hoy?

—Algunos partirán a la ciudad en busca de cosas que necesitamos, y ya sabes lo que pienso al respecto. No quiero arriesgar a nadie del grupo, y mucho menos a ti, a quien considero como a una hija.

—Sé que me quieres como a una hija, pero no pienso quedarme aquí sin hacer nada mientras otros arriesgan sus vidas. Iré con ellos —dijo Aitana. Shane iba a negarse, pero Aitana fue más rápida—. Sé que soy buena con las armas, tengo excelente puntería, soy muy escurridiza y sé pelear bien, especialmente con palos o cualquier cosa alargada que no haga ruido.

—Quiero que regreses en una sola pieza. No te separes del grupo, y si te ves acorralada por los caminantes, huye sin importar si dejas a alguien atrás. Piensa solo en ti y en tu seguridad.

Por más que se lo decía, Aitana no haría caso en lo de dejar a alguien de su equipo tirado.

—¿Quiénes irán?

—Gleen, Mer, T-Dog, Andrea, Morales y Jaqui.

—Está bien. Iré con ellos y les comunicaré que también voy —dijo Aitana mientras se acercaba al grupo que se estaba preparando para partir hacia la ciudad. Acarició el cabello de Glenn con una pequeña sonrisa. Ambos se habían llevado bien desde el primer momento en que se conocieron. Eran una dupla perfecta: rápidos y escurridizos—. Voy con ustedes.

—¿Qué? No, no, no. Tú no irás —Aitana rodó los ojos al escuchar a su madre detrás de ella. Detestaba que delante de todos fuera una buena madre, pero a solas no.

—Sí, iré. Tengo 17 años y sé cuidarme desde los 8. Unos caminantes no podrán conmigo; soy mucho más fuerte que ellos. Sé que en manadas son más peligrosos, por eso necesitan que vaya con ustedes para ayudarles si algo sale mal. Soy escurridiza y soy la mejor con las armas silenciosas; ya he matado a muchos de esos bichos estando sola.

—Adoro la determinación de esta chica. Si no fuera porque es mujer, me la ligaba —confesó Mer, riendo.

—Cierra el pico, Dixon —dijo Aitana mirándolo con dureza. Mer solo sonrió con picardía—. Sigue sonriendo de esa manera y te arrancaré diente por diente.

—Teniendo a Aitana con nosotros nos vendrá bien. Es sigilosa y los caminantes no la escucharán; sólo se darán cuenta de ella por el olor —comentó Glenn, calmando el ambiente entre Aitana y Mer. La chica estaba a punto de lanzarse a atacar y cumplir con su amenaza.

—Glenn tiene razón —dijo Shane, ganándose una mala mirada de Lori—. Sabes que soy el primero en no querer que vayas en esa misión, pero conozco a mi ahijada como la palma de mi mano y sé que regresará en una sola pieza.

—Vámonos antes de que se haga más tarde —anunció Morales. Los que iban a la misión cogieron sus bolsas y armas y se fueron corriendo hacia la ciudad.

The love of my life || Maggie GreeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora