Capítulo 2

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Tal vez no haya sido a su padre, pero el disparó le hizo recordar los días de puro infierno en los que estuvo día tras día yendo a visitarlo y aún el corazón le dolía de recordarlo empotrado en la camilla y saber que está vivo por una simple máquina. Sí alguien había herido a su papá lo iba a pagar bien caro y el único que pensaba que podía ser capaz de tal cosa es su padrino, de seguro lo mataría para quedarse con Lori pero ella no lo dejaría, lo mataría sin piedad alguna.

Sacó su pistola, estaba dispuesta a correr en dirección del disparo, una mano en su hombro la detuvo, miró para atrás y era Dale.

—Quédate aquí, no sabemos qué es lo que haya pasado para que hayan disparado. Tal vez se le dificulto algo o...

—O tenemos a un traidor en el grupo y haya lastimado a un inocente porque no esté bien de la cabeza y sí la cosa es así te juró por lo que más quiero que mis manos se mancharán más de sangre. —Habló con tanta rabia, rencor en sus ojos que asustó al hombre mayor. Apretó el agarre, sabía que esa chica poco a poco estaba perdiendo lo que le hace humana y humilde y eso no lo quiere.

—Tranquila, Aitana. Están con tu padre, ¿qué es lo que puede pasar? —Habló T-Dog. Grimes suspiró y volvió a mirar hacía el bosque en la espera de alguna señal para ir tras ella sin que nadie se lo impida.

Sentía una presión en el pecho, sabía que algo malo estaba pasando y no sabía el qué. Eso la tenía más que angustiada, se empezó a morder las uñas de las manos hasta que se arrancó un trozo de piel, ya no le quedaba uña para morder.

—Ven, vamos a buscar medicamentos para T-Dog y para tí. Esas heridas están empeorando y apenas teneis color en las venas.

Empezaron a buscar medicamentos, Aitana en uno de los coches encontró una caja de cigarros y se los guardó en el bolsillo mientras que se aseguraba de que Dale no la hubiera visto o se lo quitaría. Siguió buscando y al ver que no había nada regresó.

—He encontrado más baterías. Una botella de agua rosa muy mona, un estupendo machete nuevo y he pensado que tal vez a los gemelos Weasley de nuestra generación les guste está guitarra. Quizás sepan tocar. Pero no medicinas.

—Yo sí sé tocar, compuse canciones propias y hasta tenía un canal de Youtube dondé subía covers.

—Estaría guay que nos cantaras alguna.

—T-Dog, ¿encontraste algo?

—Ibuprofeno y una cajetilla de cigarros. —Se quedaron en silencio por unos segundos. Estaban sentados en posición de triángulo, Dale y T-Dog estaban apoyados en la caravana y Aitana enfrente de ellos. —¿Qué hacemos?

—Coger provisiones, nada más.

—No. Me refiero a... ¿Qué estamos haciendo aquí? Hay gente por el bosque, buscando a esa pobre niña, y nosotros aquí. ¿Por qué? Porque creen que somos los más débiles. ¿Qué edad tienes tú? ¿70?

—64.

—Aitana es la hija del sheriff y no quieren que vaya para protegerla al ser la hija del líder del grupo y yo soy el único negro.

—T-Dog, yo no fuí porque estoy lastimada del brazo, sino hubiera ido. Me da igual quién sea mi padre, no me quedaré de brazos cruzados y lo mismo deberías de hacer tú, demostrar que quieres hacer cosas por el grupo y no quedarte a buscar provisiones pero también es verdad que tu brazo no te permite ir con ellos. Estás que en cualquier momento te vas a desmayar.

—Igual que el padre, tratando de arreglar las cosas hablando.

—¿Qué mierda te pasa, T-Dog? Estoy tratando de ser buena contigo y hacerte entender que también eres importante en el grupo.

Siguieron discutiendo por un largo tiempo, hasta que al moreno le empezó a doler la cabeza.

—Oye, vámonos. Hay que coger la autocaravana.

—Se te está yendo la olla.

—Definitivamente, ya se le fue.

—Habló en serio. ¿Qué hacemos tirados en está carretera como un cebo vivo? Vámonos. Ustedes y yo. Vámonos antes de que vuelvan. —Dale le tocó la frente.

—¡Dios mío, estás ardiendo! Dame eso —T-Dog le dió las pastillas. El muchacho tomó una buena cantidad de pastillas. Grimes se alejó de ahí y encendió un cigarro. Dale también le dió pastillas a la menor. —Tienes mala cara y fiebre —tocándole el rostro.

—Espero que vuelvan pronto —comentó Aitana para después darle un trago al agua.

El tiempo pasaba demasiado lento o así lo veía Grimes. La noche estaba a punto de caer y al ver llegar al grupo corrió hasta ellos, sintió una presión en el pecho al ver que faltaban sus padres, su hermano y su padrino. El corazón se le rompió al escuchar que su pequeño hermano fue herido de bala. Los ojos se le aguaron, no podía perder a su pequeño, a su niño, al que juró proteger nada más enterarse que iba a nacer y ahora no lo estaba cumpliendo.

—Mi pequeño... —Glenn se acercó a ella y la abrazó con fuerza. Estaba al pendiente de la conversación, su madre se fue con una mujer que salió de repente y sabía los nombres de su padre y hermano.

—He oído gritos, ¿has sido tú? —Le preguntó a Andrea. Aitana la miró, se notaba a la rubia mal.

—La ha atacado un caminante. Faltó poco.

—Andrea, ¿te encuentras bien? —Sin decir ni una sola palabra entró a la caravana. Todos se quedaron en silencio. Grimes apoyó su cabeza en el pecho de su mejor amigo, esté le daba caricias en el cabello tratando de tranquilizarla.

***

Discutían sobre si irse o quedarse. Aitana estaba sentada en el suelo con la cabeza apoyada en la caravana, se sentía mareada por la fiebre y el frío de la noche la estaba poniendo peor. Todo le daba vueltas. Sintió como Glenn la cargaba en brazos, se apoyó en su hombro y cerró los ojos quedando completamente dormida. 

The love of my life || Maggie GreeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora