Rogué, supliqué que no me abandonaras. Sin embargo nada fue suficiente, perdí mi dignidad y la pisoteé para no perderte. Aún así te fuiste, me dejaste solo y a la deriva en un mar de oscuridad y tristeza. Me culpo a mi mismo por haberte amado con toda mi alma. ¿Qué hago con este amor que has dejado en mis manos?
Quema, todas las piezas rotas de mi tonto corazón siguen esperándote aunque sé que jamás volverás. Ironía, no puedo soltarte y mucho menos mandar al olvido todo aquello que un día me hizo sonreír pero hoy me hace llorar y sangrar de dolor.
Aprenderé a vivir con tu terrible adiós; primero llegará la muerte antes que la resignación y el olvido.
No pude salvarnos, el destino ni la vida quisieron vernos juntos.