Capítulo 6

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-¿Estás bien? Se alejó para observarla.

Samantha solo pudo asentir, a pesar de haber dejado de llorar sentía un nudo en la garganta que le impedía hablar. El hombre volvió a sentarse en el suelo frente a ella, apoyando la espalda al tronco del árbol y alzando una rodilla permitiéndole descansar su brazo derecho. Le llamó la atención su postura tan relajada cuando debería de estarla haciendo suya. ¿Qué lo detenía?

-¿Por qué no me estas tomando? ¿No es eso lo que tienes que hacer ahora? Preguntó temiendo que tomara en serio sus palabras.

-¿Quieres que lo haga? Levanto una ceja. Rebatiendo.

-No. Quiero que me sueltes.

-Primero, necesito que estés calmada.

-Ya lo estoy. Lo de antes fue… No sabía que decirle, se avergonzaba de sentirse tan vulnerable frente a un hombre que no conocía de nada y que pensaba violarla en el bosque.

-Bien. Dime tu nombre.

-No eres de muchas palabras, verdad. Bufó molesta por sus órdenes.

-Hablo siempre que sea necesario. Respondió divertido. Estaba jugando con ella.

-Soy Samantha. Ahora dime el tuyo. Espetó de mala gana.

-Uy, no, no, no. ¡Sigues molesta! Ladeó el rostro con una amplia sonrisa.

-No lo estoy. Responde mi pregunta. Pronuncio entre dientes evitando gritarle a la cara.

-No me has dicho tu nombre completo. Cuando lo hagas, yo te diré el mío.

-Bien. Soy Samantha Bealin un placer señor…Dejó la frase en el aire a propósito esperando que dijera su nombre.

-Kenan Mardor mi señora. Inclino levemente la cabeza a modo de presentación pero cuando la alzo su sonrisa era más amplia mostrando sus dientes blancos y parejos y provocando que Samantha se atragantara con lo que sea que fuese a decir.

-¡No soy tu señora y no pienso serlo! Volvió a decirle. Kenan suspiro y se levantó para acercarse a ella hasta que solo estuvo a centímetros, aun sin tocarla. Samantha pudo aspirar su aroma, un olor a madera y cuero que le encanto.

-Me parece que es hora de aclarar bien las cosas o estaremos toda la noche dando vueltas a lo mismo. Si estoy tomándome mi tiempo para hablar contigo y explicarte como van a ser las cosas entre nosotros es porque, si vas a ser mi mujer para toda la vida desde este momento, no pienso tomarte sin tu consentimiento primero.

-¿Ha sí? Preguntó con sarcasmo.

-Sí. Ahora más que sé en las condiciones en las que fuiste traída. Te prometo que hablare personalmente con el rey para que no vuelva a ocurrir.

-Con el rey. ¿Por qué un simple soldado como tu plantearía esto al rey?

-Porque no soy un simple soldado. Soy el capitán de las Tropas de Oeste y el rey, es mi padre.

-¿Cómo? ¡Eres el príncipe!

Kenan asintió observándola, le gustaban todos los gestos que hacía con su diminuto rostro. El cabello castaño claro le caía en suaves hondas sobre los hombros, no muy largo. Sus ojos eran del mismo color enmarcados en largas pestañas. Tenía ojos muy vivos y expresivos. La nariz pequeña portando un diminuto lunar a un costado y luego sus labios, pequeños también pero llenos y sonrosados totalmente adorables y besables.

Samantha era delgada pero con curvas muy bonitas ajustadas bajo ese horroroso vestido carmelita que pensaba quitar de ella en cuanto tuviera la ocasión. Su mujer se merecía usar ropas a su altura. Las ropas de una futura reina. Frunció el cejo observando aún el vestido.

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