𝟑. 𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐞𝐬

121 17 0
                                    

El día que el monegasco fue a visitar a Sergio a su casa, unos días antes de que falleciera, quedó claro que algo había cambiado. A pesar de la fragilidad visible en sus rasgos, Checo tenía una serenidad que Charles nunca había presenciado antes. Se acercó con timidez a la cama, temiendo interrumpir la tranquila atmósfera que rodeaba a su querido amigo.

Sergio, con una sonrisa débil pero genuina, extendió su mano hacia Charles, quien la tomó entre las suyas, sintiendo la frágil calidez de su piel.

—Charles —comenzó Checo, su voz un susurro cansado pero calmado. —He estado pensando en cómo me gustaría despedirme cuando llegue el momento. Sé que no es fácil, ni para ti ni para Max, y los demás, pero he pensado que quizás escribir cartas podría ayudarnos a todos.

Charles asintió, luchando contra el nudo en su garganta. La idea de escribir una carta de despedida a Sergio era abrumadora, pero también entendía el valor terapéutico que podría tener.

—Me gustaría que tu también escribieras algo para mí —Le dice Checo, apretando suavemente la mano de Perceval. —No tiene que ser ahora, ni siquiera tiene que ser una despedida formal. Solo... tus pensamientos, tus recuerdos, lo que significo para ti.

La sinceridad en los ojos de Sergio hizo que a Charles se le llenaran los ojos de lágrimas. Asintió, incapaz de hablar, y Checo sonrió con comprensión.

—Esto nos permitirá decir las cosas que a veces el corazón no se atreve a decir en voz alta. Y cuando yo ya no esté, espero que estas cartas sean un consuelo, un recordatorio de los buenos tiempos y de lo mucho que nos queremos.

El chico de ojos verdes  pasó los siguientes días pensando en lo que Sergio le había dicho. Cuando finalmente se sentó a escribir su carta, las palabras fluyeron de su pluma con un dolor dulce y agridulce. Recordó los días en que el mexicano le enseñó a enfrentar sus miedos, las tardes de conversaciones profundas y los momentos de alegría compartida. Al escribir, sintió cómo una parte del dolor se transformaba en gratitud y amor profundo. En su corazón, Charles  sentía que Michel, de alguna manera, ya conocía cada palabra.

Esa carta no solo fue una despedida, sino un pacto eterno de amor, cariño y recuerdo. Era la promesa de que, aunque Checo  partiera, su legado y su cariño permanecerían siempre con Charles.











Querido Checo,

Es difícil expresar con palabras lo que significas para mí. Desde el momento en que entraste en mi vida, has sido mucho más que un compañero de equipo; has sido una figura paterna, un mentor y un amigo.

Cuando perdí a mi padre,y después que perdí a Jules me sentí perdido y solo en el mundo, sin alguien quien entendiera mi pasión en las carreras y me aconsejara. Pero desde que Jules nos presentó te volviste cercano a mi, después al conocerte mejor, tú estuviste allí para mí, brindándome apoyo, orientación y consuelo en los momentos más oscuros. Tu presencia y tus palabras de aliento me ayudaron a superar un poco ese dolor y a encontrar fuerzas para seguir adelante.

Cada conversación que tuvimos, cada consejo que me diste, dejaron una huella imborrable en mi corazón. Me enseñaste tanto sobre la vida, sobre la pasión por las carreras y sobre el valor de la amistad verdadera.

Ahora que te enfrentas a tu propio final, quiero que sepas cuánto te admiro y te respeto. Has sido un ejemplo de valentía, determinación y amor incondicional. Tu legado como piloto y como ser humano perdurará mucho más allá de las pistas de carreras.

Te estaré eternamente agradecido por todo lo que has hecho por mí. Siempre llevaré conmigo tus enseñanzas y tu espíritu, recordándote con cariño y gratitud.

Descansa en paz, querido Sergio. Que tu alma encuentre la paz y la serenidad que tanto mereces.

Con todo mi cariño y admiración,

Charles












El monegasco soltó algunas lágrimas, y recordando con mucha tristeza y nostalgia el como Checo les había enseñado, El Día de los Muertos, cuando Sergio les había enseñado a Charles y a otros pilotos cercanos su tradición Mexicana. El mexicano había preparado con esmero el altar, colocando fotos de sus seres queridos que habían partido antes que él, y Charles puso a su padre, Jules, y los demás colocaron a varios compañeros y leyendas de algunos de los pilotos cuyas sonrisas aún brillaban desde las fotografías entre velas y flores.

Aquella noche, Checo compartió con ellos el significado profundo de cada elemento del altar: las velas que guiaban las almas de regreso a casa, el copal que purificaba el ambiente, el pan de muerto que ofrecía sustento a las almas, y el cempasúchil que trazaban un camino con su color y aroma vibrantes.

Con cada detalle que Segio describía, Charles se sentía más cercano no solo a la cultura, sino a su corazón y su historia. Checo les había explicado cómo esta tradición no solo servía para recordar a los que se habían ido, sino también para celebrar la vida y la conexión eterna que todos compartimos con aquellos a quienes amamos. Y también hubo algunas risas al momento de poner la ofrenda porque Daniel y Nico se andaban comiendo algunas cosas de las ofrendas, que rápidamente tuvieron que ir a comprar más, y esperando que en la próxima ofrenda no se vuelvan a comer algo.




















Ahora, sentado en la soledad de su habitación, las lágrimas de Charles no solo eran de tristeza por la pérdida de Checo, sino también de gratitud por haber compartido con él momentos tan preciosos y enseñanzas tan profundas. Recordaba cómo Sergio, con una sonrisa tranquila, les había dicho que la muerte no es un adiós, sino un cambio de forma, una presencia eterna en las vidas de los que quedan.

El chico entendió entonces que, aunque Sergio pronto sería una de las fotos en su propio altar el próximo Día de los Muertos, su espíritu y amor seguirán vivos en cada uno de ellos. Al terminar la carta, Charles se sintió un poco más ligero, como si, al compartir sus palabras, hubiera tejido un nuevo hilo en el tapiz de recuerdos que lo conectaba eternamente con Checo.

 Al terminar la carta, Charles se sintió un poco más ligero, como si, al compartir sus palabras, hubiera tejido un nuevo hilo en el tapiz de recuerdos que lo conectaba eternamente con Checo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





🖤🖤🖤🖤🖤

Esta otra imagen me recordó al colibrí que vio Max, pero aquí trae una flor de cempasúchil, y pues Checo falleció cerca del día de muertos🥹

Esta otra imagen me recordó al colibrí que vio Max, pero aquí trae una flor de cempasúchil, y pues Checo falleció cerca del día de muertos🥹

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Espero y les haya gustado 🫶🏻✨

𝐂𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐂𝐡𝐞𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora