Yoongi
La clase del miércoles fue genial. Jimin vino y estuvo muy atento y abierto a lo que estaba diciendo. Lo hizo muy bien en las posturas para principiantes y estaba ansioso por aprender más. Después, fuimos a cenar con papi y Taehyung y lo pasamos de maravilla, todos hablamos y nos reímos con hamburguesas y papas fritas. Luego, papi y yo volvimos a mi apartamento e hicimos el amor dos veces durante la noche.
Ahora echaba mucho de menos a papi. Los últimos días, había estado ocupado en el club durante las noches y durmiendo durante las horas que yo estaba despierto. Sin embargo, me dio un trabajo para mantenerme ocupado mientras estábamos separados, había estado buscando nuevas recetas en el libro que me compró en la tienda y probándolas. Todo había salido genial.
Me encantaba mi olla de barro y no estaba seguro de cómo había sobrevivido tanto tiempo sin una.
Pero esta mañana hice un plato sin él. Saqué la cazuela del desayuno del horno y sonreí alegremente. El queso estaba burbujeante encima y el plato olía increíble. Apagué el horno y rápidamente decidí que quería compartir mi desayuno con papi.
Siendo domingo, este era su primer día libre de la semana y quería sorprenderlo. Saqué mi teléfono, pedí un Uber y bajé a esperar mi viaje.
—Buenos días. —Dijo el conductor cuando me subí a la parte trasera de su Yaris azul. —Mi nombre es Kibum. Te llevaré a tu destino en unos quince minutos. ¿Te gustaría que pusiera algo de música?
—Claro, pero tú eliges. Soy fácil. —Sonreí cuando Kibum se apartó de la acera y comenzó nuestro camino a través de la ciudad. Seguimos adelante, asintiendo con la cabeza al ritmo de la música que salía de los altavoces.
—Oye, ¿qué tienes ahí atrás? —Kibum preguntó cuando estábamos casi en la casa de papi. —Hace que todo mi coche huela increíble. —Se asomó al asiento trasero a través de su espejo retrovisor.
—Oh, es una cazuela de desayuno.
—Me está dando hambre. —Se rió entre dientes. —No he tenido tiempo de agarrar nada todavía, pero creo que después de dejarte, pasaré por la cafetería.
—Puedes tener un poco de esto si quieres. —Le ofrecí. —Tiene galletas, salchichas, huevos y queso.
—Espera, ¿Hablas en serio?
—Claro, hay mucho aquí. Sin embargo, no tengo nada para ponértelo.
Kibum se detuvo junto a la acera frente a la casa de papi.
—Tengo una navaja y un periódico. —Se encogió de hombros.
Me reí y le tendí la mano para agarrar los artículos cuando me los devolvió.
—Perfecto. —Corté un trozo de la sartén con su navaja y lo tiré sobre el periódico. —Espero que te guste.
—Muchas gracias, hombre. El viaje corre por mi cuenta hoy.
—Eres dulce, pero lo tengo. —Hice clic en algunos botones de mi teléfono y pagué mi pasaje. También me tomé un momento para darle a Kibum una calificación de cinco estrellas.
El teléfono de Kibum sonó desde el asiento delantero. Lo miró y se rió entre dientes.
—Eres un buen tipo. Qué tengas un lindo día.
—Tú también, Kibum. —Salí del coche y miré a través de la ventana mientras Kibum mordía un gran trozo de su cazuela y me daba un gran pulgar hacia arriba. Me reí y saludé mientras se alejaba de la acera.
Subí los escalones del porche de papi y llamé con entusiasmo a la puerta de su casa. Cuando no respondió después de un momento, pensé que tal vez estaba en la parte trasera de la casa y no podía oírme, así que toqué el timbre un par de veces y llamé más fuerte.