Prólogo y Sinopsis

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Escrito para personas como Valeria,

que se han caído tantas veces, pero han

aprendido a sonreír para no sufrir.

Dedicado a todos los que piensan que

no hay una salida; pero a pesar de

aquello, elevan una bandera para

señalar que necesitan ser ayudados.

Siempre había sido fanática de leer libros de amor; pensando que algún día podría ser la protagonista de mi propia historia. Es verdad que la felicidad es muy relativa y subjetiva; pero sin duda alguna, en mi vida nunca había encontrado una pizca de su existencia.

Dicen que siempre hay una luz que ilumina nuestros caminos; aunque puedo asegurar que el destino se había encargado de demostrarme que en el mío no existía el sol ni la electricidad. Muchos dicen que si una puerta se cierra, la otra se abre; para mí no existían puertas ni ventanas, solo una muralla.

Cada uno es el protagonista del libro de su vida, siendo un héroe o villano, el que ilusiona o quien termina lastimado por ser ilusionado; pero al final, me di cuenta que cada uno es su propio autor, dueño de sus decisiones y quién elige cómo continuará el rumbo de su vida.

En su momento fui un barco hundido, aunque pude salir siendo ayudada; pero no tenía idealizado el hecho de que la vida fuera tan injusta, porque al final volví a hundirme, y ya nadie podía ayudarme. Tuve que aprender a hacerlo sola.

Lo conocí a él, quien no tenía ojos verdes como los campos ni mucho menos azules que me hicieran perder en el mar o en la infinidad del cielo; solo eran marrones, tan claros como los trigales. Él fue uno de los que me salvó cuando creí haber sanado, pero también se encargó de que terminara peor que cuando me conoció; lo que me duele, es que no sé si fue su intención o no.































Sinopsis

Logré comprender que no puedes estar con alguien si no sanas, porque intentando salir de la oscuridad, arrastras a esa persona contigo; que no puedes pretender llevar a alguien a un rosal si esa personas no es como tú y no está acostumbrada a vivir con espinas.

Dolía, claro que dolía; pero entendí que esas frases que leía en los libros de amor eran ciertas, que amar duele, porque cuando quieres dejar de sentir aquella felicidad, comprendes que nunca fue efímera; que es un sentimiento que llegó tan rápido como los cambios de estaciones del año, pero tan difícil e imposible de olvidar como el hecho de tratar de respirar aire en el mar.

Una vez escuché que el amor cura, que amar a alguien y sentir que es recíproco sana las heridas; pero todo era una mentira. Sentirse amado o encontrar aquel sentimiento en alguien no ayuda a esos problemas, sólo te reconforta y se convierte en un pilar fundamental en lugar de solventar; un pilar que poco a poco se construye como una fuente de energía en la luna, o un oasis en el desierto.

Amar no era fácil, porque a veces olvidamos que también existimos y centramos nuestras fuerzas en una sola persona; por eso, si la persona es la correcta, sabrá guiarnos para avanzar juntos de la mano en el aprendizaje del amor.

Entendí que la frase que leí de Benedetti aquella vez, desde luego, era correcta; y me dolió el hecho de sentir que había sido escrita para mí; porque era cierto lo que él decía, nosotros no tuvimos un final feliz, pero sonreímos todas las horas que pasamos juntos, y solo por eso, valió la pena.


La oportunidad de un para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora