𝓐𝓵𝓪𝓼 𝓱𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪𝓼:
...
Katsuki flotaba en un espacio nebuloso, la blancura etérea de su entorno solo acentuada por la sensación de vacío bajo sus pies. La voz en su cabeza resonaba con una claridad desconcertante, cortando a través de su confusión y miedo.
—Katsuki, actualmente ya no eres un humano.
La declaración lo golpeó como un balde de agua fría. Miró frenéticamente a su alrededor, tratando de encontrar la fuente de esas palabras, pero no había nada, solo un vasto vacío blanco. Sentía como si estuviera suspendido en una nube, pero una caída desde allí parecía prometer su fin.
No sabía aún que ya estaba muerto.
—¿Q-qué mierda? —balbuceó, su voz temblorosa.
—Por el momento, se te concederá un milagro que muy pocos logran obtener.
¿Un milagro? El concepto le pareció absurdo. Durante toda su vida, nunca recibió un solo milagro. Encerrado en su propia cárcel de sufrimiento y rencor, había aprendido a no esperar nada del mundo. ¿Y ahora, tras la muerte, le ofrecían un milagro?
—De ahora en adelante serás un Cupido.
La voz continuó, su tono suave adquiriendo un eco susurrante que envió un escalofrío por su columna vertebral. Un cupido. No había escuchado esa palabra antes, pero intuía que tenía algo que ver con el amor, un tema que siempre había despreciado.
—Te dedicarás a enamorar a dos seres humanos con los encantos que te otorgaremos.
El amor. Siempre había sido un desastre en ese ámbito. Y ahora, se encontraba en esta extraña situación, obligado a lidiar con algo que siempre le había resultado asqueroso.
—Haremos una gran fiesta en tu memoria y por tu próxima vida plena.
¿Una fiesta en su memoria? Katsuki sintió una punzada de duda. No estaba muerto. No podía estarlo. Pero las palabras de la voz eran inconfundibles.
—Si en el acto logras encontrar a tu alma gemela, tu milagro se desvanecerá y podrías volver a la vida.
Las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar en su mente. Estaba muerto, sin duda alguna. Su vida pasada ya no era más que un recuerdo distante. Y esta nueva misión, enamorar a otros, ¿era algún tipo de penitencia o redención?
—Pero toma mucho tiempo, a veces hasta siglos.
La perspectiva de pasar siglos en esa tarea le resultaba desalentadora. ¿Saldría de allí algún día?
—Sé que lo harás bien, eres un joven fuerte y valiente, decidido y portas una beldad envidiable.
Katsuki apenas podía procesar los elogios. Estaba demasiado absorto en sus pensamientos y en la incredulidad de su situación.
Reuniendo fuerzas de alguna parte profunda de su ser, finalmente habló, su voz firme pero cargada de confusión.
—¿Por qué yo?
El silencio llenó el espacio por un momento antes de que la voz respondiera de nuevo, con una calma inquietante.
—Con el tiempo lo descubrirás.
Katsuki quedó paralizado por la sorpresa, intentando asimilar lo que acababa de escuchar. Pero antes de que pudiera procesarlo del todo, sintió la nube desvanecerse bajo sus pies. El pánico lo invadió de inmediato.
—¡Espera, espera! ¡¿Pero qué voy a hacer?! ¡oye!
El miedo lo hizo temblar. Sus cejas se fruncieron con desesperación mientras trataba de aferrarse a algo, a cualquier cosa.
—¡Ayúdame, no quiero caer!
La oscuridad lo envolvió repentinamente, engullendo toda la luz que había en ese lugar. Se removió en su sitio, sintiendo una suavidad inesperada bajo sus manos. Abrazó algo mullido y cálido.
¿Una almohada?
Abrió los ojos de golpe y se encontró en una cama, tocándose el rostro con manos temblorosas. No había ni un rasguño o golpe. Su cuerpo estaba intacto, como si nada de lo sucedido antes hubiera ocurrido. Llevaba una túnica color hueso, o quizá un amarillo seco.
Suspiró profundamente, observando su entorno. Estaba rodeado de sábanas suaves y limpias, casi de seda, y almohadas tan acolchonadas que parecían hechas de nubes.
Había olvidado lo que era dormir tan cómodamente.
Unos toques suaves en la puerta lo sacaron de sus pensamientos. Se levantó con cautela, no tenía idea de dónde estaba, pero la paz del lugar era reconfortante. No sentía miedo al abrir la puerta, seguro de que no habría peligro.
La abrió y se encontró con unos ojos rubíes, tan similares a los suyos. Frente a él estaba un joven alto, de cabellos negros recogidos hacia atrás, que le sonrió cálidamente.
—Bienvenido a tu nuevo hogar temporal, Katsuki. Mi nombre es Kirishima Eijirou y seré tu tutor y guía.
Lo volví a reescribir beibe porque quiero y puedo.
Datos:
El castillo donde viven los cupidos, aquellos ángeles dedicados a flechar corazones y fomentar el amor, es un lugar único y mágico. Este majestuoso edificio fue creado exclusivamente para ellos, resultado de un acuerdo entre los dioses del Olimpo. Los dioses, en su infinita sabiduría y compasión, decidieron ofrecer una segunda oportunidad a las almas que habían muerto injustamente por causas relacionadas con el amor. Estas almas, arrebatadas prematuramente de la vida sin haber experimentado plenamente el amor que tanto anhelaban, recibieron así la oportunidad de vivir lo que no pudieron en su existencia terrenal.
El castillo en sí es una maravilla arquitectónica, con torres altas y elegantes, jardines exuberantes y fuentes que cantan melodías suaves al caer el agua. Los interiores están adornados con finos detalles de oro y mármol, y las habitaciones están llenas de luz y color, reflejando la naturaleza divina de sus habitantes. Todo en el castillo está diseñado para proporcionar a los cupidos un ambiente en el que puedan dedicarse a su sagrada misión: unir corazones y fomentar el amor en el mundo mortal.
Sin embargo, a pesar de la belleza y serenidad del castillo, los cupidos viven una existencia agridulce. A diario enfrentan la tortura de ver lo que en su vida anterior no pudieron tener. Mientras observan a los mortales que ayudan a enamorarse, se ven obligados a confrontar sus propios anhelos y las carencias de su vida pasada. Para muchos de ellos, alcanzar la plenitud del amor en su nueva existencia celestial es una tarea ardua que puede llevar años, incluso décadas. No todos los cupidos logran encontrar el amor con la misma facilidad con la que lo otorgan a los demás, y esta paradoja se convierte en una carga emocional significativa.
Así, el castillo de los cupidos es un lugar de esperanza y redención, pero también de desafíos internos. Es un refugio donde las almas marcadas por el dolor del amor no correspondido o trágico pueden sanar y, eventualmente, encontrar la felicidad que les fue negada. Pero este camino no es fácil, y cada cupido debe navegar por su propio viaje de autodescubrimiento y redención en un lugar que, aunque divino, no está exento de las complejidades del corazón humano.
Nos vemos.
--Muakkk
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𝓐𝓵𝓪𝓼 𝓱𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪𝓼 --DekuBaku
FanfictionEn el crepúsculo del siglo XVIII, a la tierna edad de diecisiete años, Katsuki Bakugou encontró su destino trágico en un desgarrador acto de desesperación, lo asesinaron a sangre fría. Su joven vida se vio segada por la mano de su amante, en un act...