Capitulo 9

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Era muy tarde por la noche en las concurridas calles de Konoha, pero esta vez estaban vacías y desoladas. Apenas había una débil luz que iluminaba los callejones, creando sombras fantasmales que parecían acechar a cualquier transeúnte. Kiyomi, con el corazón roto y el alma pesada, caminaba rápidamente por esas calles frías y solitarias. Aún llevaba puesto ese vestido tan corto y provocativo que tanto odiaba, pero en esta noche tan helada, no ofrecía ningún consuelo. Se abrazaba a sí misma, no solo buscando calor físico, sino también intentando encontrar algún tipo de consuelo en ese gesto desesperado.

Cada paso resonaba en el silencio de la noche, marcando el ritmo de su dolor interno. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos por las lágrimas que había derramado, y su rostro estaba pálido y demacrado por la tristeza que la consumía. El recuerdo de la escena en el bar seguía atormentándola, el sonido del puñetazo que había dado resonaba en su mente como un eco doloroso.

Recordaba el momento en que golpeó al grandote, el sonido sordo del impacto, la sensación de su puño chocando contra la piel del hombre. Fue un instante de liberación, de sentir que tomaba el control de su vida, pero ahora, en la oscuridad de la noche, todo lo que quedaba era el peso de las consecuencias.

Se detuvo en una esquina, apoyándose contra la pared fría de una tienda cerrada. Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos, cayendo silenciosamente por sus mejillas. Se sentía perdida, sin rumbo, como si todo lo que había construido se desmoronara a su alrededor. El bar ya no era su lugar de trabajo, y ahora no tenía idea de qué hacer o a dónde ir.

El viento helado soplaba, haciéndola temblar aún más. Miró hacia arriba, al cielo estrellado que parecía tan distante y ajeno en ese momento. Se sentía sola, abandonada por el mundo, y la sensación era abrumadora. Quería gritar, llorar, desahogar todo el dolor que llevaba dentro, pero se contuvo, sintiendo que no tenía derecho a hacerlo.

—Lo arruiné todo... —murmuró para sí misma, su voz apenas un susurro ahogado por la angustia.— Si tan solo me hubiese controlado, esto no hubiera pasado... Todavía tendría mi trabajo. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a mantener el departamento y a mi familia? Estoy sola en esto... estoy sola...

Sus pensamientos se volvían cada vez más oscuros, más desesperados. Se sentía como si estuviera en caída libre, sin nada a lo que aferrarse. Las lágrimas amenazaban con desbordarse, traicioneras y persistentes. Con un gesto tembloroso, intentó en vano quitarlas de sus mejillas, pero seguían fluyendo, un torrente de emociones abrumadoras.

—Idiota... —se reprendió a sí misma, susurrando con autodesprecio.— Si tan solo tus padres te vieran, estarían decepcionados...

Realmente no sabía qué hacer, no tenía a nadie a quien pedirle ayuda ni en quien confiar. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de que había llegado al departamento de una persona en particular. Tal vez fue por inercia que se acercó a ese lugar, o tal vez en el fondo sabía que lo necesitaba...

Kiyomi se quedó mirando la puerta del departamento durante unos segundos, reuniendo valor para golpear y esperar que le abrieran. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, nerviosa por lo que pudiera suceder. Finalmente, escuchó el sonido del seguro siendo quitado y la puerta se abrió un poco, revelando la cabeza de su única amiga, Kurenai.

—¿Kiyomi? —preguntó Kurenai, sorprendida al verla. Tal vez era por la hora tardía o por el aspecto desaliñado de Kiyomi. Abrió por completo la puerta cuando notó la marca de la cachetada en su mejilla y sus ojos llorosos. Se acercó rápidamente para examinar la herida con un toque delicado.— ¿Qué te pasó?

—¿Podemos hablar dentro de tu hogar? —tomó su mano mientras intentaba sonreír para calmarla.— Me estoy congelando...

Kurenai aceptó rápidamente y la condujo al interior de su hogar, donde la hizo sentarse en el sofá. Corrió en busca de un botiquín para tratar la herida de Kiyomi, quien observaba en silencio y con gratitud cuando la vio regresar con el botiquín y una manta.

𝗄𝗈𝗂 𝗇𝗈 𝗒𝗈𝗄𝖺𝗇 ⸝⸝恋の予感 KAKASHI x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora