Kiyomi se detuvo por un momento frente al espejo del camarín, observando el reflejo de su rostro cansado y marcado por el tiempo. Un año completo trabajando en aquel maldito lugar. Un año de sacrificios, de horas interminables y de humillaciones constantes. Durante todo ese tiempo, prácticamente no había estado en casa, sumergida en una rutina agotadora que apenas le dejaba tiempo para descansar.
Sin embargo, las consecuencias de su ausencia no tardaron en hacerse evidentes. Naruto, su querido hermano, comenzó a generar problemas en la aldea. Rayaba con pintura el monte de los Hokages, las casas, las tiendas... Incluso se saltaba sus clases en la academia. Era como si la ausencia de Kiyomi hubiera desencadenado una cadena de eventos caóticos que amenazaban con desestabilizar su vida y la de quienes la rodeaban.
Su abuelo, aunque intentaba ayudar en la medida de lo posible, no era suficiente. Una momia viviente, como solía llamarlo Kiyomi en tono cariñoso, con sus propios problemas de salud, especialmente su doloror de espalda. A pesar de su cariño y dedicación, había límites para lo que podía hacer.
Kiyomi suspiró, sintiendo el peso de la responsabilidad y la culpa sobre sus hombros. Se preguntaba si todo valía la pena, si el sacrificio de su propia felicidad y bienestar merecía la estabilidad económica que proporcionaba aquel trabajo en el bar. A veces, se sentía atrapada en un ciclo interminable de deber y obligación, sin vislumbrar una salida a su situación.
Con determinación, decidió que no podía permitir que las cosas siguieran así. Debía encontrar una solución, una forma de conciliar sus responsabilidades laborales con su papel como hermana mayor y cuidadora de Naruto. No podía permitir que su ausencia continuara causando estragos en la vida de su hermano y en la tranquilidad de la aldea. Era hora de tomar medidas, de buscar alternativas y de luchar por un futuro mejor para ambos.
Kiyomi caminaba por el oscuro pasillo del edificio de departamentos, arrastrando los pies con cansancio después de haber terminado su turno en el bar. La fatiga se apoderaba de ella, pesando en cada paso como un lastre difícil de sacudir. Sabía que en casa, lo más probable era que tanto su abuelo como Naruto estuvieran profundamente dormidos, ajeno a la pesada carga que Kiyomi llevaba sobre sus hombros.
Al llegar a la puerta de su apartamento, algo captó su atención. Una presencia familiar, pero no necesariamente bienvenida. Kiyomi frunció el ceño, sabiendo quién era incluso antes de que se materializara ante ella.
—Kakashi, sal de una vez —exclamó, apoyándose con cansancio en la puerta—. Deja de esconderte en los árboles.
Hubo un breve silencio antes de que el enigmático ninja finalmente se revelara, emergiendo de las sombras con su característica calma.
—Agradecería que dejaras de vigilar mi casa —continuó Kiyomi, desafiante, con una chispa de burla en su mirada—. ¿O acaso te gusto?
— Solo vigilo que hagas un buen trabajo en criar a Naruto, además nunca me gustaría una tipa como tú —Kakashi se cruzó de brazos con aire desinteresado—. No eres mi tipo.
Kiyomi se mantuvo firme frente a Kakashi, enfrentando su mirada con determinación a pesar del agotamiento que la invadía. Las palabras del ninja resonaban en su mente, pero se negaba a dejar que lo que él dijera la afectara. Una mezcla de dolor y sarcasmo se reflejó en su rostro mientras fingía una exagerada angustia.
—Ahhh, qué dolor —exclamó dramáticamente, llevando una mano a su pecho como si estuviera sufriendo—. El Gran Kakashi Hatake acaba de decir que no soy su tipo.
Kakashi no pareció impresionado por la actuación de Kiyomi. Sus palabras cortantes y su actitud fría solo sirvieron para aumentar la tensión entre ellos.
ESTÁS LEYENDO
𝗄𝗈𝗂 𝗇𝗈 𝗒𝗈𝗄𝖺𝗇 ⸝⸝恋の予感 KAKASHI x OC
Фанфик❝𝘌𝘴𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴 𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘺 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦 𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘦𝘯𝘢𝘮𝘰𝘳𝘢𝘳 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘦 𝘪𝘳𝘳𝘦𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢𝘣𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢.❞ En este fanfic, K...