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Entender lo que le ocurría a Katarina era imposible, a menos de que tu tío que te abandonó a los 12 años cuando tus padres murieron en un trágico incendio decide aparecer otra vez como tu compañero de trabajo y trate de que todo siga como si nada... Era una situación frustrante y claramente inimaginable para cualquier otra persona.

Pero ahí estaba ella, pegandole a ese saco de box como si quisiera atravesarlo, con un Derek bastante sorprendido por las repentinas ganas de la castaña de entrenar con el.

Era tanta furia que se estaba descargando que de un solo golpe logró hacer caer a su compañero de trabajo y amigo que estaba sosteniendo el dichoso saco de box.

— wow muñeca, que te tiene tan molesta? — el moreno se acercó a la chica que se masajeaba las muñecas ya que había estado dando golpes durante mucho tiempo y eso parecía estar dejando consecuencias físicas.

— de que hablas? estoy bien — sabía perfectamente que no le iba a creer pero ni en un millón de años le diría la verdad... al menos por ahora.

— pues acabas de derribarme y eso muñeca, no es algo que diga a diario — la castaña suspiró y se sentó en una banca para tomar de su botella de agua.

— podemos no... hablar de eso? — aunque tenía la intención de sonar como sugerencia, esa frase parecía más de suplica y aquello puso en alerta al moreno, Katerina era como su hermanita pequeña, el juró protegerla contra todo pronostico y verla de esta manera no era para nada de su agrado.

— de acuerdo, pero sabes que cuentas conmigo para lo que sea verdad? — la menor asintió — mírame, para lo que sea — esta vez lo miró y le dedicó una dulce sonrisa — mírate toda tierna, nadie creería que me derribaste de un solo golpe — ambos rieron pero estas risas no duraron mucho al escuchar sonar sus celulares.

— Morgan/Di Santis — ambos se miraron sabiendo que el entrenamiento tendría que esperar para otro día, el deber llamaba.

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— Bridgewater, Florida. Abbey Kelton de 19 años, salió de la casa de sus padres para ir a clase y no regresó. Tres días después unos corredores la encontraron o parte de ella, en un parque cercano — JJ nos ponía al tanto del caso mientras yo me encargaba de analizar las imágenes, esto era terrible. Parecía ser un caso bastante pesado, justo lo que nescesito para distraerme de todos mis problemas.

— que le pasó?

— pues Bridgewater es conocida como el pasaje de los cocodrilos.

— ya veo el porqué — comentó el agente Rossi, lo ignoré

— ya no me siento culpable por mi bolso de cocodrilo — rodé los ojos ante el comentario de Emily y le di un empujón.

— pues ningún cocodrilo le emputó los dedos...

— ni la degolló, ni le talló esto en el pecho — concordé con Hotch y mostré el símbolo que aparecía en el pecho de la muchacha.

— un pentagrama invertido — asentí ante el comentario de Derek, una vez más los locos "hijos de satan" atacan de nuevo wiii (que se note el sarcasmo)

— los vecinos creen que la atacó una secta satánica.

— hay cosas que no cambian — si este tipo no dejaba de hablar juro que yo lo voy a hacer callar

— no existen sectas satánicas asesinas — comenté tratando de disimular mi molestia — se comprobó que es un mito suburbano — Noté como se quedaron callados — se que tu lo descubriste, que lindo ¿seguimos con el caso? — su sonrisa arrogante me seguiría en mis peores pesadillas.

DITTO [spencer reid]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora